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Chile Chile · Santiago
Voto de rodolfo:
8
Drama. Cine negro Verano de 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton), un introvertido barbero de un pueblecito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer (Frances McDormand) le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2008
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabemos nada de nosotros mismos. Ni de los demás. Ni de nada en verdad, aunque creamos saberlo todo. Nada sabemos de la vida ni de la muerte y nos aferramos sin embargo a la primera como si ese fuera el sentido de todo. Quizá sea esto lo que propone esta película de los hermanos Coen. Mostrar aquello que es el ser humano cuando actúa como espectador de sus propios hechos, de sus propias emociones. Observar aquellas preguntas que nunca se responden. El no llegar nunca a la verdad del otro y ni siquiera a la de uno mismo.
Muchos ven, sin embargo, un vacío en esto. Como si el hombre despojado no siguiese siendo un hombre. Como si la ausencia de emociones u “opiniones” o “puntos de vista” relegase al hombre a la inexistencia. Cuando en verdad el hombre despojado no es sino el hombre verdadero, aquel que revela sus anhelos, su entusiasmo, sus ganas de amar, de ser amado.
¿Les tocó alguna vez cuando pequeños hacer crecer una planta de poroto entre algodones? ¿Conocieron a alguien a quien no se le haya podrido aquella planta y haya terminado por botarla luego de que la hubiesen evaluado en la escuela? Les cuento: un día averigüé cómo podría haberse salvado aquella planta. Había que sacarla, lavarla cuidadosamente, despojar al poroto de sus cortezas y volver a plantarla, despojarlo de aquello que lo va pudriendo y privando del aire, impidiendo sus brotes.
Esto es lo que sucede con Ed Crane en la película. El hombre que nunca estuvo allí es también el hombre que se ahoga dentro de sí mismo, una más de aquellas cosas que no están, pero que debiesen estar, para que todo sea más justo. Más verdadero. Más hermoso.
Y los Coen saben proteger a este hombre para que siga germinando, y no se pudra ni en el momento de su muerte. Por eso es bella está película. Por eso no es pesimista como piensan algunos. Porque Ed no deja de tener fe. Incluso cuando se da cuenta que es imposible encontrar lo que busca en los otros, Ed lo sigue intentando. Incluso al borde de la muerte: No sé a dónde me llevan, señala, No sé que hay más allá del cielo y de la tierra. Pero no tengo miedo. Tal vez las cosas que no entiendo sean más claras ahí.
…No. Definitivamente no sabemos nada de nosotros mismos. Salvo que podemos hacer el bien, o el mal. Que un día estamos aquí y luego ya no estamos. ¿Y qué importa si esta película no da respuestas a lo que propone? Los mismos Coen nos responden desde el film, por boca del abogado: Nosotros no tenemos que saber, sólo debemos demostrar que los otros no saben.
Y en definitiva creo que eso es lo que termina por hacer esta película. (Si la dejamos hacer, por supuesto). Despojarnos. Dejar de lado todas nuestras falsas creencias. Dejarnos a solas con nosotros mismos. Darnos una nueva fe. La esperanza de poder comprendernos realmente con los otros, y decir con ellos:
Sí, quizá ella esté allí y tal vez pueda yo decirle todas aquellas cosas para las que no tienen palabras aquí.
rodolfo
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