Y a la tercera llegó la cagada. Lástima, porque le tenía cariño a la franquicia. Todo lo que antes funcionaba, en esta entrega es pésimo: guión ridículo, ritmo nulo, ausencia de humor/ironía, dirección de principiante, actores infames, diálogos pueriles, efectos cutres ... Por si a alguien le quedaba alguna duda, en este film Brendan Fraser da lo mejor de si mismo y queda reflejado para la posteridad como el gran patán que es.

Pero de todos los grandes desastres siempre se puede sacar un pequeño beneficio, y este bodrio no iba a a ser la excepción. Mi admiración por Rachel Weisz sale muy reforzada: no solo era la pieza clave de las anteriores entregas, sino que con su rechazo a partricipar en ésta demuestra una clarividencia e inteligencia propia de la inmensa profesional que es.