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Voto de Caturla:
8
7,2
859
Drama
En los montes cerca de Piacenza, en un chalet antes lujoso y actualmente en ruinas, vive una familia burguesa casi totalmente aislada. La madre tiene cuatro hijos, está ciega y no se ocupa de su educación ni de la administración de la casa. En cambio, Augusto, el hijo mayor y jefe de familia, parece estar siempre pensando en el momento en que se marchará de esa casa. Sus hermanos Alessandro, Leone y Giulia muestran trastornos mentales. ... [+]
19 de agosto de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace más de 40 años un jovencísimo Bellocchio se estrenaba en la gran pantalla con esta película. Una obra que, desde luego, ha envejecido mucho mejor que su director.
A través de un guion sencillo, original e impactante se logra una sagaz crítica social con la que se refleja la decadencia material y mental de una familia de la burguesía rural italiana. Un retrato intimista capaz de condensar, en esencia, el declive de toda una clase social. La película pone en entredicho uno de los pilares de la moralidad burguesa: la familia. Cuestiona sus cimientos y las relaciones que se dan en su interior, desnudando así la falsa armonía con la que frecuentemente es idealizada. A través de un magnífico guion, Bellocchio hace saltar por los aires una situación ya de por sí extrema. Pareciera que la intención sea incomodar al espectador, revolverlo frente a los contradictorios valores que asume como propios.
La construcción y el desarrollo de los personajes son la piedra angular de su perturbadora trama. Las actuaciones son de diez, sobresaliendo en especial un imponente Lou Castel en su primer papel protagónico. Los cambios de registro son sutiles y magistrales: sus expresiones frías y violentas contrastan con gestos de dulce inocencia que le dan un carácter mucho más impredecible al personaje. Por último, destacar el bajo presupuesto que tuvo la película y la colaboración de dos grandes del cine como Silvano Agosti -montaje- y Ennio Morricone -música-.
A través de un guion sencillo, original e impactante se logra una sagaz crítica social con la que se refleja la decadencia material y mental de una familia de la burguesía rural italiana. Un retrato intimista capaz de condensar, en esencia, el declive de toda una clase social. La película pone en entredicho uno de los pilares de la moralidad burguesa: la familia. Cuestiona sus cimientos y las relaciones que se dan en su interior, desnudando así la falsa armonía con la que frecuentemente es idealizada. A través de un magnífico guion, Bellocchio hace saltar por los aires una situación ya de por sí extrema. Pareciera que la intención sea incomodar al espectador, revolverlo frente a los contradictorios valores que asume como propios.
La construcción y el desarrollo de los personajes son la piedra angular de su perturbadora trama. Las actuaciones son de diez, sobresaliendo en especial un imponente Lou Castel en su primer papel protagónico. Los cambios de registro son sutiles y magistrales: sus expresiones frías y violentas contrastan con gestos de dulce inocencia que le dan un carácter mucho más impredecible al personaje. Por último, destacar el bajo presupuesto que tuvo la película y la colaboración de dos grandes del cine como Silvano Agosti -montaje- y Ennio Morricone -música-.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Analizando un poco más en detalle al personaje protagonizado por Lou Castel nos damos cuenta de que encarna a alguien que no acepta disfunciones, ni siquiera las propias. Todo el que no tenga sus capacidades al 100% es un estorbo y, como tal, hay que desecharlo. Esta idea es la exageración de una dinámica que conocemos bien en nuestro día a día: el capitalismo nos imbuye a descartar o dejar de lado lo viejo, lo inservible, lo roto o magullado. No hay tiempo de probar, de equivocarse ni de intentar. Esto es lo que se refleja en los momentos más dramáticos de la película, pero también en otros que parecen más casuales. En este sentido resulta significativa la escena de la fiesta donde el protagonista elogia a otro chico que, a pesar de no saber bailar, decide animarse. El personaje de Castel también querría ser así, oponerse a los obstáculos e intentar superarlos: ir más allá del "no puedo, no sirvo". Sin embargo, no es capaz ni de aceptar las limitaciones -propias y ajenas- ni de enfrentar las dificultades. Aprende a conducir, eso sí, pero motivado por una fuerte voluntad autodestructiva. La escena final en la que casi asfixia a la hermana pone en evidencia las convicciones, bloqueos y dilemas internos entre los que se debate. Un muy buen personaje para una buena película.