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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
7
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es La Isla Mínima la pluscuamperfecta película que los críticos han venido predicando desde su estreno? Pareciéndome una cinta cuidada, interesante y con poderosas interpretaciones, pienso que estamos ante un caso de “discriminación positiva” ante nuestro cine. Dudo mucho que una historia similar con similar planteamiento, si fuese americana o inglesa, recibiera tales halagos. Pero como, sin lugar a dudas La Isla Mínima se trata de una buena película, aquí, por aquello de apoyar el cine patrio, se la eleva a obra maestra cuando en realidad no lo es.

Personalmente pienso que La Isla Mínima recorre los trillados caminos del cine policiaco, y eso hace que varios (demasiados) aspectos de su trama sean de lo más predecibles. Hay cierta descompensación entre algunos elementos de su reparto, y eso hace que la cinta adolezca en ocasiones de ritmo. Y hay cabos sueltos en su trama, que no parecen quedar así de deslavazados por decisión.

Sin embargo, como entretenimiento puro y duro, la cinta funciona de maravilla. Y no sólo es eso, también hay decisiones estéticas que constituyen algunas de las grandes virtudes de la película: su diseño de producción y su fotografía (que recuerdan a otras pantanosas historias de intriga reciente – Mud, True Detective -), consiguen aquello que debe ser esencial en una película así: la creación de la atmósfera enrarecida como un personaje más, la localización como ente vivo y, en este caso, amenazante.

En el reparto, ya desde el guión, los dos personajes más trabajados son los de Gutiérrez y Arévalo. Ambos hacen trabajos sutiles e introspectivos, con gran peso y calado emocional, y en el caso particular de Gutiérrez de excepcional hondura, pues alguno de los momentos más tensos e intensos de La Isla Mínima se dan gracias a su interpretación y a como la historia del crimen se enlaza con la suprahistoria del momento histórico de la película; cómo los sucesos que se narran son condicionados por la repugnante herencia histórica del franquismo; pero utilizado por Alberto Rodríguez de forma que nunca es un panfleto o una arenga política, sino reveladores datos con verdadero interés por las contradicciones que un personaje tan complejo como el de Gutiérrez aporta a la trama.

Este uso de la trama para hablar de un problema mayor (la transición, sin sentimentalismos ni de forma idealizada), y la excelente captación del lugar son las grandes bazas de una película, eso sí, de indiscutible interés.
jaly
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