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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama Carlos es el sastre más prestigioso de Granada. Un hombre respetable. Sus pasiones son el trabajo y sobre todo la comida, pero no come cualquier cosa: se alimenta de mujeres desconocidas, con las que no tiene ningún vínculo emocional. Esa situación cambia el día en que conoce a Nina, una joven rumana que busca desesperadamente a su hermana gemela, que ha desaparecido hace unos días. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como he comentado en mi crítica de La Herida, de Ferando Franco, hay políticos que deben ser sordos y ciegos. Si no es así, son unos completos ignorantes. Porque decir que no hay calidad en el cine español, cuando en un mismo mes tenemos dos películas como Caníbal y La Herida en las pantallas, denota mucho desconocimiento y bastante mal gusto.

Caníbal es excelsa en contenido, fotografía, propuesta formal, propuesta narrativa e interpretación. Se han hecho infinidad de películas sobre psicópatas, pero aquellas que son interesantes son las que traspasan la barrera meramente informativa sobre su personaje central, y consiguen filmar su mente, retratar su psique. Caníbal es una de ellas.

Un sastre apocado, solitario, metódico, talentoso, mata mujeres y luego se las come. Una nueva vecina altera en cierto modo su rutina. Ahí está el argumento. Pero donde está la magia de Caníbal es en la forma de contarlo, en la capacidad de Martín Cuenca, director y de Antonio de la Torre, actor, para someternos a la tensión a lo largo de sus dos horas de metraje. Cierto es que tal vez hay algún cabo suelto en el guión, y que hacia la mitad de la película, el ritmo adolece de ser algo moroso. Pero el extraordinario trabajo de la cámara y la fotografía y su intérprete principal, hacen de Caníbal un asfixiante drama de amor y de terror, en el que cada mirada de su protagonista convierte lo que podrían ser páginas enteras de guión en un solo gesto.

Lo que hace de la Torre con su personaje es algo reservado para los maestros. Desde el plano formal (cómo manipula las telas en su taller), hasta el emocional (lo que siente al comer carne, lo que siente al mirar a su nueva vecina) el actor lleva a su personaje al límite sin nunca perder la compostura, sin nunca salir de su psique oscura. El actor es extraordinario en todo lo que hace, y aquí vuelve a serlo, sin paliativos.

Y Caníbal es fascinante por eso y por la atmósfera enrarecida que puebla esta luminosa Granada. Secuencias como la inicial, la de la playa o el final en la montaña son magistrales desde cualquier aspecto técnico, y además apoyan el discurso de esta insólita historia de amor en la que es difícil no verse sugestionado y pasar de sentir compasión a repulsión en un solo plano. Y con un personaje como es el protagonista de esta historia, ese es un logro mayúsculo.
jaly
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