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España España · Málaga
Voto de Isildur:
7
Ciencia ficción Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. Poco a poco Guy comenzará a tener dudas sobre su libertad intelectual, y sobre el precio que esta libertad tendría sobre su seguridad personal. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me pasa una cosa cuando veo una película de noche, o por las mañanas, o después de almorzar y es que, aunque me pueda estar pareciendo la rehostia en vinagre, me voy a quedar sopa tarde o temprano. Para intentar que esto no afecte demasiado a la calidad del visionado, mi cuerpo ha desarrollado instintivamente una técnica infalible: cuando empiezan a entrecerrárseme los ojillos, automáticamente mi mano derecha se extiende hacia la barra espaciadora del pecé y pone en pausa la reproducción del vídeo. Y pum, caigo rendido. Con Fahrenheit 451 irremediablemente me ha pasado, por mucha distopía futurista moderna del año la polca que fuera. La gracia es que cuando me he despertado a los 10 minutillos, la línea de diálogo congelada en los subtítulos encerraba toda la esencia de la película: “La vida no es como las novelas. Novelas y llanto, novelas y suicidio. Las novelas me dan asco”. A ver, cateta de la vida, está claro que tú solo has leído a Paulo Coelho. La distopía que nos propone Truffaut criminaliza la literatura y las humanidades mediante un régimen totalitario con un cuerpo de bomberos que se dedica a quemar los libros que se encuentre: donde no haya antena de tele, entramos con el soplete. No interesa la cultura para mantener a las masas aborregadas. Y en una España en la que cientos de telespectadores se quejan en internet porque se ha interrumpido la emisión de Mujeres y hombres y viceversa para realizar la cobertura informativa de un atentado terrorista, la película de Truffaut, aunque con toda su horteridad añeja, no puede estar más de actualidad. Pero la realidad supera a la ficción, porque al menos el programa favorito de la Julie Christie es una especie de culebrón a lo Dora la exploradora que te pregunta tu opinión, y joder, eso hasta mola. Muy interesante.
Isildur
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