Cronenberg tiene la capacidad para convertir en interesante, puede que influenciados por su currículum (sobre todo el posterior a esta película), cualquier relato; aunque tenga textura de telefilm y best-seller, como es el caso.

El miedo que sentimos ante lo desconocido, lo indescifrable; no es nada, nos cuenta el canadiense David, basándose en una novela de Stephen King que adapta Jeffrey Boam, si lo comparamos con el miedo que deberían darnos los humanos (en este caso un político) con demasiado poder. Así, todo el misterio que planea en torno a un individuo, y su zona cerebral dañada tras un accidente, se diluye cuando sabemos que son ciertas las nuevas habilidades y conocemos el futuro y la posibilidad de cambiarlo. Sólo entonces somos conscientes que la monstruosidad no está en la deteriorada cabeza del profesor si no en la impotencia existencial por no poder cambiar un destino catastrófico al que nos dirigimos irrefrenablemente.

El final, no recuerdo si era así en el libro, es totalmente acertado y apuntala un resultado del que dependía el éxito o el fracaso de la obra.