La primera aparición del extraño ser de otro planeta, que con el tiempo se llamaría La Cosa, en los témpanos del Artico tiene lugar en esta entrega, la única, de un director que acabaría desarrollando toda su carrera en series de televisión.
El visitante, que tras un accidente de la nave que tripula cae en manos de científicos y militares americanos, y que aunque de gigantesca planta humanoide, es lo más parecido a un vegetal con aficiones carnívoras, no hace buenas migas con los valientes y super curiosos representantes yanquis que no desaprovechan ocasión alguna para hacer un buen chiste o reiniciar una antigua relación amorosa, cargándose así bajo mi punto de vista cualquier posibilidad de suspense o tensión.

Aunque la historia no carece de interés, la versión cinematográfica pierde cierto empaque al no trasladar de manera más explícita la facultad original del alienígena (en la obra escrita) de mutar en ser humano, trasladando de esta forma un mayor desconcierto y pavor a la colonia aislada en el Polo Norte.
Los años tampoco le han sentado demasiado bien a esta obra producida por Howard Hawks, que seguro que en su tiempo obtuvo buenas recaudaciones. El engendro, supuestamente verde, da más pena que miedo.