Han pasado más de sesenta años desde que este alemán errante (Robert Siodmak) dirigiera "El abrazo de la muerte", un clásico del cine negro con un argumento descorazonador que se repite en el cine de maleantes: Un joven algo calavera pero de buen corazón y nobles principios no puede evitar que el destino, en forma de cautivadora mujer, juegue con él como un gato con un simpático ratoncito, conduciéndole al borde del abismo...... (continúa en "spoiler" por razones ajenas al que suscribe).

He comenzado la crítica hablando del tiempo transcurrido desde su estreno porque lo primero que sorprende gratamente del cine bien hecho es su atemporalidad. Cierto que el tema es inmortal: el amor, las pasiones, la avaricia, la inocencia.... Y el envejecer dignamente es un privilegio que solo alcanzan los artistas capaces de parar el reloj; claro que algunos juegan con ventaja si cuentan en su reparto con actores como Burt Lancaster, el hombre que pierde su mirada cerca del límite de la eternidad, capaz él solo de llenar los corazones solitarios de quienes buscan más allá de la pantalla un abrazo cálido.