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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama. Romance Mae Doyle (Barbara Stanwyck) vuelve a su pueblo natal, una pequeña población pesquera de Monterrey (California). Allí se hace amiga de una joven (Marilyn Monroe) que trabaja en la fábrica de conservas. También conoce a un amable pescador (Paul Douglas) con el que se casa, aunque poco a poco se sentirá atraída por otro hombre del pueblo (Robert Ryan). (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2014
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ese día que toca cine en casa te encuentras ansioso y dubitativo ante el catálogo, por ejemplo de Filmin, y decides no arriesgar, te refugias de inmediato en un clásico y lo cierto es que la mayoría de las veces cumples el objetivo de entretenimiento y alimentación intelectual; máxime si eliges algo de lo no visto de Fritz Lang. Y es que algo tienen de especial estas bobinas en blanco y negro que te transmiten familiaridad y la seguridad de que están hechas desde el respeto de los buenos artesanos, los que solo pensaban en el dinero a posteriori. Aunque esos profesionales se vieran forzados, en algunas ocasiones, a ceder en el acabado final del mueble por capricho del cliente.

Encuentro en la noche, es uno de esos productos sólidos de cuidados detalles. Con interpretaciones más que creíbles, en las que pareciera que los actores se interpretan a si mismos y que las cosas que les suceden a sus personajes forman parte de su propia existencia. Por ejemplo, en aquellos días, lo increible sería imaginar a Barbara Stanwyck, en su vida cotidiana, como una persona fiel a su marido, ama de casa ejemplar y de apabullante sinceridad. En cambio a Marilyn es difícil verla como un ser ladino, retorcido y desagradable con los vecinos. Sí, sé que esas apreciaciones no tienen porqué ser nada ciertas, e incluso, puede que sus registros actorales hayan modelado su propia personalidad ya que los métodos de la época les obligaban a convivir mucho tiempo con sus gemelos de ficción; hasta el punto de que la mujer fatal pudo nacer de una recatada santurrona y la criatura inocente y sin dobleces mutó de una viborilla. Sea cual fuere la realidad, el resultado en pantalla es excelente.
Estando todos bien, me gustaría destacar no obstante a Paul Douglas, el pescador bonachón, títere de la mundana Mae Doyle que nos inspira ternura y conmiseración, y que está más cerca de la mayoría de los mortales que los extraordinarios, conflictivos y atractivos individuos que pasean su peligrosa singularidad entre las personas que, sin advertirlo pueden convertirse en víctimas de su cargamento de trilita sentimental.
Sinhué
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