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Encuentro en la noche

Drama. Romance Mae Doyle (Barbara Stanwyck) vuelve a su pueblo natal, una pequeña población pesquera de Monterrey (California). Allí se hace amiga de una joven (Marilyn Monroe) que trabaja en la fábrica de conservas. También conoce a un amable pescador (Paul Douglas) con el que se casa, aunque poco a poco se sentirá atraída por otro hombre del pueblo (Robert Ryan). (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
28 de julio de 2006
50 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la encrucijada entre el cine negro y el melodrama se encuentra este film, con unas pinceladas iniciales del género documental; pero poco a poco y a medida que avanzamos en las relaciones pasionales entre los personajes que únicamente buscan salir de la rutina y encontrar la felicidad aunque sea viviendo de espaldas de los convencionalismos, es cuando encontramos los aspectos mas negros de este melodrama: la noche como escenario para dar rienda suelta a las pasiones, el claustrofóbico cuarto donde viven Mae y Jerry, los personajes del padre y el tío como aliciente a cambiar de vida, el cinismo de Earl, la insatisfacción de Mae; y en medio de tanto pesimismo la vitalidad de Peggy como contrapunto. Y un final convencional, pero triste y sin futuro para unos seres que siempre estarán en el dilema entre el deseo y la realidad. No es de extrañar que en su momento se la conoció también con el título "Tempestad de pasiones".

Fran de Winter
Fran de Winter
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14 de octubre de 2007
44 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer regresa a su pueblo natal, una localidad costera y dedicada a la pesca, tras una larga ausencia. Una vez allí, se acaba casando con un hombre que la ha amado desde siempre, aunque a la vez no puede evitar enamorarse de un amigo de éste...
Lang realizó un ejemplar melodrama triangular, que hace que, a través de un guión denso y lleno de fuerza, choquen y estallen los conflictos entre los personajes, frustrados con más o menos claridad, y muy particularmente entre una Stamwyck guapísima, enredada en su propio laberinto, y un Robert Young lleno de energía y falto de asideros vitales. Los diálogos entre ambos son brillantes y afilados.
Ahora bien, para mí, quien está absolutamente genial aquí es Paul Douglas, en ese papel de pescador ajado por el tiempo y la brisa marinera, por los sueños y quimeras, un hombretón con sentimientos, en una interpretación imponente, impecable y memorable.
No es de las más recordadas obras de Lang, pero se trata de otra gran película, de una obra maestra más de un cineasta practicamente infalible.
kafka
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8 de diciembre de 2011
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Quiero un hombre que me dé seguridad. Que luche sin desanimarse cuando las cosas vayan mal. Que cuando tenga que enfrentarse con el mundo, sea capaz de vencerle”. Este es el sentir de Mae Doyle, una atractiva muchacha que acaba de volver a un puerto pesquero donde no parece que abundaran los hombres interesantes. Pero un día, Mae reencuentra a Jerry D’Amato, un buenazo que jamás ha hecho daño a nadie, nunca se va de juerga, y está dispuesto a permitirle vivir en libertad. En el puerto todos aprecian a Jerry, pero él no se siente feliz porque sólo su borracho padre le sirve de compañía, así que busca casarse pronto con la linda Mae.

El mejor amigo de Jerry, es el proyeccionista Earl Pfeiffer, casado pero alejado de su esposa, y con esa virilidad que suele atraer a las mujeres. Al presentir que Mae no es del todo feliz con “Jeremías”, como él le llama (seguro en irónica alusión al profeta bíblico que no cesaba de advertir al pueblo sobre las fatales consecuencias del pecado), Earl decide conquistarla pues se ha dado cuenta de que a ella no le resulta indiferente.

Basada en la obra teatral de Clifford Odets, y con guión de Alfred Hayes, Fritz Lang nos da su personal versión de este triángulo amoroso, al que se han cambiado las locaciones y también el final que, para Odets, tenía un tinte bastante trágico. Lang asume una visión progresista del trato que se merece hoy día la infidelidad, y en eso estamos plenamente de acuerdo.

“Si un amante engañado –sostiene el director vienés- mata a su rival, no sacará más que el odio eterno de la muchacha. El asesinato acarrea tan sólo desgracia y frustración”. Además, creemos nosotros, si el amor no florece en un clima de plena libertad, es esa la prueba irrefutable de que, no es Amor lo que se siente, sino un vulgar y nocivo deseo de posesión.

“ENCUENTRO EN LA NOCHE” resulta así un filme adulto que demuestra una forma civilizada de resolver los conflictos amorosos. Posee solidez argumental (que apenas se ablanda un poco con el soso romance extra entre Peggy y el hermano de Mae, aunque Marilyn Monroe impacta siempre con su adorable presencia); cuenta con estupendos diálogos que motivan más de una reflexión; Barbara Stanwyck, Douglas y Ryan, cumplen muy bien con sus actuaciones; y construye unos personajes arrancados del pueblo y con suficiente fuerza emocional para ofrecernos un espejo vivencial realmente significativo.

Título para Latinoamérica: “TEMPESTAD DE PASIONES”
Luis Guillermo Cardona
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4 de marzo de 2009
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciertos detalles me resultaban familiares, otros no me sonaban nada, o la vi en otra vida, o la vi borracho, lo que en realidad viene a ser lo mismo.

En cualquier caso, memorable.

Lucidísimo retrato de la insatisfacción amorosa crónica. Quizá sobre algún énfasis o algún arrebato teatral, pero nada especialmente irreparable.

Todo el reparto raya a gran nivel, incluida la infravalorada Marilyn, pero por encima de todos emerge la figura de una imperial Barbara Stanwyck, una de las actrices más sobresalientes de la historia del cine.
Barfly
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3 de junio de 2014
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente melodrama de origen teatral que nada tiene que ver con el cine negro que en la web se le atribuye, al menos, en mi opinión. Tiene un punto de vista naturalista tanto en la exposición del conflicto humano, típico triangulo, marido, esposa y amante, como en su ubicación geográfica en la costa de Monterrey, que ha hecho de la actividad pesquera y conservera, el centro de su mundo laboral. Filmado todo en un magnífico prólogo por Lang y su singular operador Nicholas Musaraca que lideró durante años la estimulante fotografía de la R.K.O. en films inolvidables como “La mujer pantera” o “Retorno al pasado”, ambas de J. Tourneur. Al filmar detalladamente el entorno, Lang hace de él otro elemento para el desarrollo del argumento. Y que precede a la llegada de la protagonista al pueblo, una mujer de vuelta de todo que arrastra un equipaje de frustraciones, desengaños y pasiones dormidas.

Basada en una obra de Clifford Odets, representada en Bradway en 1944, “Clash by night” escapa a la forzada carpintería psicológica de la obra teatral porque Lang utiliza los servicios del guionista Alfred Hayes para cambiar la perspectiva de la obra teatral. Fritz Lang hace de Mae Doyle (Barbara Stanwick) una heroína fragmentada y emocionalmente a la deriva, hasta transformar la historia de un afilado retrato femenino que sugiere de forma indirecta las aristas del drama, y aflora el entramado de soterrados deseos acudiendo a su habitual poder de síntesis. Basta con verla en el bar tomando una copa, repleta de mirones siempre pendientes de la llegada de cualquier extraño.

Nada ilustra mejor la rigidez social del pueblo que la presencia de Peggy (una juvenil Marilyn Monoe) con ganas de dejar el lugar para marcharse a la gran ciudad, muy parecido a lo que hizo Mae en el pasado. Mae acepta salir con Jerry D´Amato (Paul Douglas), amigo de su hermano y dueño de una embarcación, un tipo noble, de torpes modales que se presenta como su última oportunidad vital. Paralelamente conocerá a Earl (Robert Ryan) el operador del cine, en una visita a la cabina de proyección, un tipo, escéptico, bebedor y desengañado con las féminas. De nuevo el cine es utilizado simbólicamente como elemento ilusorio, que volverá a ser el centro de la trama. Melodrama pesimista y desencantado, de amores desgarrados e imposibles, sobre la condición humana pero sin énfasis alguno. Dejando que todo la tensión fluya desde el interior de cada plano y descubra una recreación del espacio necesaria para entender las tipologías y reacciones de los personajes. Lang una vez más da muestra de su maestría.
Antonio Morales
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