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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
5
Terror. Intriga. Thriller Un asesino que habla como un pato, ronda por Nueva York asesinando mujeres en forma grotesca. El detective Jack Headly se empleará a fondo para intentar cazarlo.
4 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Metes bajo la turmix varios géneros que tengan que ver con la intriga y las perversiones de todo tipo, especialmente de tipo sexual; haces que predominen los colores rojos y negro, de la sangre y la lencería; sueltas por oscuras calles policías, prostitutas y una bandada de sospechosos.... y ya tienes un Giallo, subgénero italiano que fabricó en los setenta y ochenta cientos de filmes a mayor gloria de las sesiones continuas de las salas/teatro de la época, que podían ser perfectamente un escenario en el que desarrollar aquel tipo de acciones truculentas, dada la atmósfera que habitaba aquellos sospechosos templos. Y lo de la desconfianza viene por la escasa luz; el pelaje de algunos asistentes; los movimientos que denotaban tácticas de acercamiento o huidas; la presunción de limpieza de los asientos, moquetas y cortinones, con la que no solía estar de acuerdo el olfato; algunos viajes precipitados al ambigú o a la zona de baños; apariciones de seres inertes tres asientos por delante, al abrirse un plano de luz, que te desasosegaban hasta percibir sus fuertes respiraciones (ronquidos, los llamaban los indignados); gemidos que te hacían dudar si tenían que ver con la chica que se despedía del novio al fondo del callejón o con la pareja que ocupaba la esquina de la "fila de los mancos"... En fin, toda una serie de síntomas que te instalaban en la inquietud de estar viviendo una aventura, más por lo que te circundaba que por lo que salía en pantalla; aunque nunca te hubieras atrevido a jurar que el asesino en serie, o su próxima víctima, no pululaban por el patio de butacas, el anfiteatro o la cabina del proyeccionista.

Esta historieta de Lucio Fulci de un tipo, lo sabemos porque el título nos revienta la posibilidad de que sea una fémina, que se dedica a hacer cachitos a deseables jovencitas, y a otras no tan inexpertas, está repleta de típicas situaciones violentas, que, a poco observador que seas, te hablan del caché de las artistas: en función del tiempo que tarda el loco obsesivo en embadurnarlas con zumo de tomate, y según los centímetros de piel que muestran en las escasas tomas, sin texto a ser posible, que se les permiten. Tampoco faltan fáciles presuntos, insospechados culpables, policías lentos, desviaciones varias, traumas de la infancia y personalidades múltiples.
Lo que asusta no es la actividad criminal del carnicero, si no la certeza del momento exacto en que te quieren asustar; para eso está la música. Las sorpresas, lo son menos desde el instante en que los guionistas empiezan a afear la conducta de algunos de los protagonistas, momento en que debes dudar de su culpabilidad, según la "guía elemental de descubridores de elementos dañinos".
Sinhué
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