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Voto de Sinhué:
7
24 de noviembre de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos como Éric Rohmer para trasladarnos esas sensuales apreciaciones sobre el descanso, la buena compañía y el placer; todo ello acompañado de forma habitual por la luminosa fotografía del hispano-cubano Néstor Almendros.
En esta ocasión nos hallamos a orillas de un lago que sestea entre verdes montañas, participando de las conversaciones de una pareja de amigos, ociosos intelectuales en proceso de cambio, que para animar sus días de asueto deciden poner a prueba las dotes de seducción de él, que contraerá matrimonio de forma inmediata, para que ella, novelista en busca de personajes, pueda situar el experimento en su argumentación literaria. Una adolescente, hija de una amiga de la escritora será la presa elegida; pero he aquí que aparecen Claire y su novio, y el cazador resulta cazado por la indiferencia de la guapa e insustancial jovencita hacia su persona.
Quienes no aprecien esa verbosidad frondosa de Rohmer que desnuda a la mínima expresión el mundo de las relaciones de la burguesía, se aburrirán, o al menos se adormecerán, con el suave oleaje de las aguas cautivas, con el canto de los pájaros y con el "corre-corre que te pillo" de la brisa picarona. Los que, como yo, gustan de esa exposición de impropias tentaciones de la gente bien, disfrutarán del tacto y la sensibilidad del director para contarlas.
En esta ocasión nos hallamos a orillas de un lago que sestea entre verdes montañas, participando de las conversaciones de una pareja de amigos, ociosos intelectuales en proceso de cambio, que para animar sus días de asueto deciden poner a prueba las dotes de seducción de él, que contraerá matrimonio de forma inmediata, para que ella, novelista en busca de personajes, pueda situar el experimento en su argumentación literaria. Una adolescente, hija de una amiga de la escritora será la presa elegida; pero he aquí que aparecen Claire y su novio, y el cazador resulta cazado por la indiferencia de la guapa e insustancial jovencita hacia su persona.
Quienes no aprecien esa verbosidad frondosa de Rohmer que desnuda a la mínima expresión el mundo de las relaciones de la burguesía, se aburrirán, o al menos se adormecerán, con el suave oleaje de las aguas cautivas, con el canto de los pájaros y con el "corre-corre que te pillo" de la brisa picarona. Los que, como yo, gustan de esa exposición de impropias tentaciones de la gente bien, disfrutarán del tacto y la sensibilidad del director para contarlas.