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Voto de pickyboy:
7
Drama. Comedia. Romance Un rico aristócrata duda si abandonar a su amante para conservar el amor de su esposa, una mujer cortejada al mismo tiempo por su confidente y un famoso aviador. En el trascurso de una cacería de fin de semana en Sologne y de una fiesta, las intrigas amorosas de señores y sirvientes se mezclarán desembocando en un hecho inesperado. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo está permitido. Todo, menos perder las apariencias. No hay más reglas, solo una: La Regla del Juego. Jean Renoir realiza una crítica feroz a la sociedad francesa de posguerra. Una crítica que traspasa los límites geográficos para extenderse directamente a la condición humana. A todos los sectores sociales, empezando por la frivolidad, excesos e hipocresía de las clases dominantes, y continuando por el resto de estamentos inferiores, para los que los primeros son ejemplos a imitar. Nadie queda a salvo en esta sátira. Desde el criado hasta el héroe de guerra. Desde el marqués hasta el general. Desde el judío hasta el alemán. Todos y cada uno de los representantes de los distintos roles son pasados a cuchillo mediante la mordacidad de Renoir. Un sin fin de líos amorosos, persecuciones, disputas. Pero ante todo no hay que perder las formas, siempre se salvarán las apariencias. En este juego en que, como hemos dicho, todo está permitido, no hay lugar para el verdadero amor, para el mañana. La vida es un teatro. Una función que revela las máscaras de los personajes, ya sea disfrazándolos de oso o de la misma muerte. En este ejercicio de metacine –punto de enorme grandeza visual y artística del film- se descubre el artificio de las relaciones sociales. Todo se hace por y para algo. No existe verdadera transcendencia en el hecho en sí. La hipocresía y el cinismo se convierten en la norma principal y en el telón que, en un absurdo intento, pretende separar al hombre de la cruda y triste realidad. Lo aleja de los verdaderos sentimientos, de la responsabilidad de sus actos. Mantiene la supervivencia de aquellos que siguen las reglas, castigando a aquel que no lo haga.

Hablamos de Welles como pionero en el uso de la profundidad de campo, pero en 1939, tres años antes que Citizen Kane, Renoir ya se vale de ella para definir su compleja puesta en escena, repleta de personajes que se mueven sin parar en distintos planos de un mismo escenario. La calidad técnica del foco y de los movimientos de cámara es sin ninguna duda espectacular. Así como el uso de las sombras y de los contrastes. Digamos que se encuentra a caballo entre el cine anterior y posterior. Como la notable influencia del cine mudo en secuencias de persecuciones y peleas. Pero a su vez, vemos un lenguaje técnico y narrativo propio de películas posteriores. La Régle du Jeu, sentó algunas de las bases y fue prototipo del consiguiente Neorrealismo Italiano. Su influjo se extendió hasta los años sesenta en obras como La Dolce Vita, de Fellini, o El Ángel Exterminador, de Buñuel.

En cuanto a las actuaciones, se pueden decir que están a la altura de la obra. Multitud de personajes que entre sus líos e infidelidades mueven el retorcido guión a un ritmo frenético. Sin dar tiempo a un respiro. Muy a destacar la actuación del propio Renoir en el papel de Octave. Quizás el personaje que representa a la madurez, incluso a la vejez. A una generación que aun sintiéndose joven y capaz, ya está excluida del futuro, al que no puede aspirar más que en reprimidos y cortos sueños. Una generación que debe asumir la gris realidad si desea salvarse. Debe cumplir la regla del juego. También la dulce e insípida Cristine –Nora Gregor-, indecisa y culpable de su propia confusión. Personaje protagonista en un juego amatorio a tres bandas encerrada en su castillo, bastión de la superficialidad.

Reconocida mundial e históricamente como obra maestra y película de culto, Renoir se convierte en antecedente cinematográfico con esta drama satírico con toques de humor y de genialidad del cine de posguerra, creando una obra inmortal –aunque estuvo a puntito de perderse- cargada de elementos y un lenguaje que ha sido influencia y escuela del cine. Esta farsa, de endiablada velocidad, tiene su hueco inmutable en los top ten más importante del mundo entre las mejores películas de la Historia, pese a ser un fracaso tanto de crítica como comercial en su estreno.
pickyboy
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