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Críticas de pickyboy
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
8
11 de marzo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Hanks nos deleita, nos seduce y nos conmueve con una más que sobresaliente interpretación. Sublime la lección operística que nos brinda a los no iniciados. De los momentos más emocionantes del largometraje. Merecidísimo Oscar por su actuación. Lo mejor del film sin duda.

El resto: una notable película que indaga en la parte profunda del ser donde se albergan los prejuicios y escrúpulos de los cuales se compone la miseria humana. Un fiel retrato de la marginación a la que sometemos a lo que no conocemos y, por tanto, tememos.
En otras palabras: un espejo en el que vemos lo que no nos gustaría ver pero que sabemos que está ahí.

Especial mención a una banda sonora que guía a la perfección el periplo de nuestras emociones. Estupenda aportación de The Boss.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pickyboy
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Tomorrow
Documental
Rusia2012
--
Documental
6
6 de noviembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documental que indaga en los límites del arte, en los límites de la libertad de expresión y en los límites de la legalidad. Pone en evidencia el orgullo de los defensores del sistema cuando se sienten atacados por la desobediencia civil, y cómo se castiga sin piedad cuando los actos bandálicos golpean directamente a los cuidadores del orden establecido.
¿Es necesario tales muestras de expresión en favor de construir una sociedad más justa? ¿O simplemente es el malestar creado por el mismo sistema, el cual rebosa y fluye materializado en actos que se podrían entender como simbólicos? De todas maneras es cierto que para crear un debate hay que formular preguntas, y que a veces es necesario tensar la legalidad e incluso romperla para que el debate adquiera cierta categoría.
De esto se compone el documental, de preguntas, de desafíos, de valientes y de cobardes, y de cómo todo ello es llevado al límite, para bien o para mal.
pickyboy
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2
1 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta este tipo de películas. Me encanta Danny Trejo. Entonces ¿Qué es lo que pasa con el Broncas para que la considere una de las peores películas del género? Muchas cosas: su altísima y casi insultante previsivilidad, actuaciones de pura pena, situaciones y escenas típicas que no aportan nada que no se haya visto mil veces antes en miles de películas, un guión con unos diálogos que parecen sacados de un videojuego (malo, por supuesto), situaciones hiperforzadas y totalmente inverosímiles... Del doblaje mejor ni hablar. En fin, un cúmulo de despropósitos que hacen a esta película tremendamente absurda y aburrida.
Siento lástima de ver a Danny Trejo, el cual parecía haber conseguido desvincularse del eterno papel secundario (siempre excelente) que caracterizaba su carrera. No sé hasta que punto le queda grande el papel de protagonista (en Machete casi me convence), pero lo que es seguro es que proyectos como este lo desprestigian y lo vuelven a relegar al personaje secundario de pocas palabras y mala hostia; papel en donde se muestra mucho más seguro y creíble.
En serio, no la recomiendo.
pickyboy
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8
16 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría hablaros de otra época, de cuando no existían HBO o AMC, de cuando las series de televisión eran otra cosa bien distinta de lo que son ahora. Ni mejor ni peor, pero claramente diferentes. Allá por 1976, un premiado guionista de la televisión británica llamado Jack Pullman, adaptó las novelas históricas de Robert Graves y creó una miniserie para la BBC de 13 episodios titulada Yo, Claudio.

Yo, Claudio no tiene elementos técnicos-visuales suficientes para convertirse en una serie exitosa hoy en día. Ni la fotografía ni los movimientos de cámara traen innovación alguna. La ambientación es correcta pero no sorprende, al igual que la banda sonora. Visualmente, no estamos ante un producto referente. Nada que ver con las modernas y viscerales Roma o Espartaco. Los casi 40 años que tiene no han pasado en balde. Hoy no es comparable, técnicamente hablando, a las superproducciones de la series actuales. Eso queda fuera de toda discusión. La sensación que resulta tras su visionado es de haber visto una obra teatral filmada. ¿Eso es malo? Pues depende del gusto de cada uno. Unos pueden descubrir el encanto de otra época en la que los medios técnicos y técnicas narrativas para la televisión estaban aún en pañales -el espectáculo era el cine, no la pequeña pantalla-. Otros echarán en falta recursos y elementos cinematográficos de los que hoy estamos tan acostumbrados, e incluso los considerarán indispensables para su disfrute y ni siquiera le darán una oportunidad. A este segundo grupo me gustaría dirigirme. Y es que tras esas “carencias”, Yo, Claudio contiene un poderoso elemento capaz de suplir cualquier plano secuencia, efecto especial o perspectiva imposible: EL GUIÓN. Son sus inteligentes, profundos y sarcásticos diálogos los que convierten esta serie en un producto casi inigualable. Una trama bien construida en la que sus personajes -bastante bien interpretados, por cierto- se mueven cómodamente con una profundidad e inteligencia pocas veces vista en televisión. El guión es su baza más poderosa y salva con creces una adaptación que, viendo la escasez de medios con la que ha sido representada, podría haberse convertido en una tediosa obra teatral grabada para rellenar el poco contenido cultural de la caja tonta. Pero no es el caso. Yo, Claudio desprende talento. Atrapa al espectador que pronto pasa por alto que está viendo una producción de 40 años de edad. Sus personajes se encargan de ello. Por un lado tenemos a Augusto –Brian Blessed-, primer emperador de Roma. Hombre que es considerado por muchos como un Dios, sin embargo el deniega dicha idea. Su única preocupación es mantener y fortificar la grandeza de Roma, aunque para ello deba anteponerla a la felicidad y a la salud de sus amigos, familia, e incluso de Julia –Frances White-, su hija. También tenemos al protagonista, Claudio –Derek Jakovi-, conductor y narrador de la historia, al que podemos ver desde su nacimiento, pasando por las diferentes etapas de su vida, hasta su vejez y decrepitud. Pero el plato fuerte es Livia –Siân Phillips-, abuela de Claudio y la villana más perversa, manipuladora e inteligente que ha parido una serie televisiva (con permiso de Angela Channing (Falcon Crest), interpretada por la oscarizada Jane Wyman). Esa mujer bien podría estar representada en la víbora que resbala por los mosaicos del opening.

En definitiva, en apenas dos capítulos podrás intuir que Yo, Claudio es un portento en cuanto a guión, interpretación y rigor histórico. Esos elementos son más que suficiente para convertirlo en una obra digna y completa, didáctica y muy entretenida. Muy recomendable.
pickyboy
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9
7 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un segundo visionado de esta magistral obra, dos preguntas asaltan inmediatamente mi cabeza: ¿Cómo es posible que un jovencísimo Welles, de apenas 26 años, haya sentado de forma tan soberbia las bases de este enorme arte que llamamos cine, creando, indiscutiblemente, un antes y un después a la hora de filmar historias? y ¿qué ha pasado en la Sociedad Americana de Cineastas –The ASC-, así como en las listas de las publicaciones cinematográficas más importantes, para que Vertigo la desbanque como la mejor película de todos los tiempos? Como la segunda cuestión responde a criterios un tanto subjetivos, un tanto interesados, me centraré plenamente en analizar e intentar comprender la primera.

El talento de Orson Welles es algo irrebatible, fuera de toda conjetura; sus logros y obras así lo respalda. Pero no hablamos de un trabajo que posea la experiencia de toda una vida dedicada al séptimo arte, hablamos de una ópera prima –sin contar el mediometraje mudo recién descubierto Too Much Johnson-. Pocos cineastas logran la perfección a lo largo de su vida, y mucho menos –casi ninguno- en su primera película. Por eso el valor de esta obra va más allá de todo cuanto conocemos.

Hablar de Citizen Kane es hablar de innovación. Son incontables los aportes que el film ha hecho al universo del cine. Innovaciones técnicas tales como el uso del contrapicado para engrandecer al todopoderoso Kane, la profundidad de campo en las escenas o el uso del sonido como nunca antes se había usado –recordemos que Welles proviene del mundo radiofónico- son solo algunos ejemplos que fueron inspiración para posteriores cineastas y directores de fotografía. Novedades narrativas, tales como el uso de flashbacks, la cronología no lineal o las narraciones de prensa en voz en off; o el uso de efectos especiales, desde la animación hasta el propio maquillaje para envejecer a los actores, son solo algunos elementos que ejemplifican la frase más usada -casi desgastada- para describir a Citizen Kane: “Un antes y un después”.

Citizen Kane ha sido y es influyente, pero ¿qué influencias encontramos en ella? Se puede percibir cierto aroma del expresionismo alemán de principios del siglo XX, pero en palabras del propio Welles, John Ford fue su mayor influencia. El mismo con quien en ese año compitió en los Oscar, que se tornaron a favor del veterano como mejor director. Y es que a pesar de sus nueve nominaciones, Citizen Kane tan solo consiguió el Oscar al mejor guión, escrito por Herman J. Mankiewicz y el propio Welles. Con esto enlazo al polémico tema del porqué si está considerada -hasta 2012- la mejor película de todos los tiempos, no fue premiada y valorada en aquella época. Resulta que la inspiración para crear al personaje de Kane fue tomada de la figura del magnate de la prensa William Randolph Hearst, dueño de multitud de medios y exitosos diarios, entre ellos The Washington Times o The Washington Herald. Esto enfureció enormemente al gigante editor, que puso todos los medios a su alcance, que no eran pocos, para intentar impedir el estreno y la difusión de la película. Sus acciones se vieron reflejadas en la pobre recaudación en taquilla y en la casi desaparición de la obra en los años consecutivos. Solo algún tiempo después, y más concretamente en otros lugares, como en Europa, obtuvo el merecido reconocimiento del cual hoy goza. Pese a todo, la crítica no siempre estuvo al lado de Citizen Kane. Se ha criticado mucho su supuesta “sobrevaloración”, alegando que varios personajes carecen de profundidad, y que la historia en sí peca de aburrida. Si bien es cierto que las interpretaciones de algunos secundarios, sin ser deficientes, no llegan más allá de la mera corrección, no lo es menos que cumplen perfectamente su papel como tren de la historia a través de sus discursos y recuerdos. Personalmente, Kane –Welles- me parece convincente y muy divertido. Para gustos colores.

En definitiva, Citizen Kane es una película que tiene más valor por sus logros técnicos que por su profundidad emocional, pero no por ello deja de ser una obra de obligado visionado(s) para entender y valorar el cine de ayer y de hoy.
pickyboy
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