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España España · Madrid
Voto de JLB:
7
Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hirayama, personaje protagonista de esta película, pertenece a una empresa de limpieza de baños públicos en Tokio. Día tras día y como si del día de la marmota billmurrayano se tratara, se enfrenta con la misma rutina en la que las horas se van sucediendo sin apenas variaciones de ningún tipo. Pertrechado con los trebejos propios de su profesión (mono de trabajo, cubeta y mocho), así como con gran sosiego de espíritu, cumple con su responsabilidad concienzudamente.

Por desagradable que pueda ser es consciente de la importancia de su trabajo e intenta hacerlo de la mejor manera posible: pasados y repasados con denuedo, los inodoros quedan limpios como la patena y, tras esmerados fregoteos, los baños quedan que da gloria verlos. También saca tiempo para disfrutar de esas pequeñas alegrías de la vida que los ojos de la mayoría de nosotros (acostumbrados sin remedio a complejos artificios vacíos de contenido) apenas saben ya reconocer y que, sin embargo, dotan a la existencia de todo su sentido: el amanecer de un nuevo día, la brisa en el rostro, las mil y una formas caprichosas que forman las ramas de un árbol…

Con aparente sencillez Wenders hace recuento de este quehacer rutinario sin escatimar tomas de gran belleza y aderezándolo todo con una banda sonora de calado. Los personajes secundarios iluminan poco a poco las motivaciones del personaje dejando al espectador con ganas de más, invitándole a acompañar al protagonista hasta el final del metraje, quizá algo alargado.

Ignoro si el bueno de Hirayama hubiera seguido manteniendo su proverbial calma zen si le tocara en suerte limpiar alguno de los baños públicos con los que he tenido la desgracia de toparme en España. Desconozco si esa entrega inquebrantable que pone en recoger un papel aquí, otro allá, de los baños de Tokio, no hubiera decaído irremisiblemente de tener que enfrentarse al espeluznante pandemónium de determinados baños que Vd. y yo sabemos...

Si bien creo que incluso en esas circunstancias extraordinarias Hirayama hubiera respondido de manera sobresaliente porque, a pesar de la rutina y los sinsabores, Hirayama espera algo, sabe que hay un sentido (un sentido auténtico, con mayúsculas), un significado para todo lo que nos rodea y que nos será revelado en su momento si no perdemos la esperanza.
JLB
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