Cuando uno empieza a ver la película y ve a través de sus ojos un galo con zapatillas de deporte, vaqueros o camisetas, galos comiendo donuts, o ridículas pelucas, y bigotes postizos a medio caer; uno puede llegar a pensar en que la película es un bodrio infumable. Y ciértamente no es para nada una buena película. Sin embargo, tampoco es tan mala como pretenden las críticas.

El largometraje se adentra en la historia francesa, y más concretamente en una parte conocida por casi todos gracias a los comics de Asterix: la conquista de las Galias por Julio César. En concreto cuenta la vida de Vergincetorix, aquel jefe Arverno que rindió los pueblos de la Galia al poder del ejército romano.

Por tanto, hay que reconocer que como documento histórico está muy bien. Ya no sólo porque cuenta con bastante fidelidad la historia real; sino porque retrata bastante bien (eliminando las bochornosas meteduras de pata de los directores de vestuario y de maquillaje) la ropa y las edificaciones de la época, así como ciertas peculiaridades históricas que se dieron.

No obstante, su limitado presupuesto la condenó a cargar con un guión insulso con frases muy pretensiosas pero vacias de contenido, un montaje no demasiado bien logrado, y unos Christopher Lambert e Ines Sastre haciendo unas interpretaciones verdaderamente horripilantes.