A se va a casar con B, pero entonces A conoce C. Cuando pensábamos que A había conocido C, resulta que A conoce de nuevo y mucho mejor a C. Más tarde C deja de conocer a A, pero este conoce a D. Mientras A busca desesperadamente a C, pero C huye a otro pais. C aparece en la vida de A, pero dura poco. D trata de separar a A y a C, pero lo consigue a medias. Al final, todo este lio acaba con un sin sentido homenaje a cenicienta.

¿Alguien se ha enterado de algo? Vale, yo tampoco; así que reordenemos. A conoce a C, pero por una circunstancia C desaparece de la vida de A. A conoce a B y se va a casar con él, pero reencuentra a C. Sin embargo, D conoce a A y se obsesiona por él. Por lo tanto, D trata de volver a separar A de C. Mejor, ¿no?

Normalmente suelo ser bastante crítico con las películas montadas como si fueran un puzle. No porque no me guste esa técnica, que si me gusta, sino porque se usa demasiado, mal, y cuando no debe de usarse. Esta película es un buen ejemplo de ello. Películas como Pulp Fiction estaban bien montadas porque a pesar del puzle en todo momento uno no perdía el hilo principal de la trama y cada trocito del puzle tenía la suficiente fuerza como para ganar adeptos; en ésta, nada de nada. Es más, la complejidad del montaje en este tipo de películas requiere que cada trocito del puzle tengan un extraordinario ritmo para evitar dormir al espectador. El ritmo durante la primera hora de metraje de esta película es sencillamente nefasto.

Sin embargo, la película se apoya en una trama muy buena, una muy buena banda sonora, un guión que en en algunas partes destaca, y una impresionante Rose Byrne. El resto de los actores... Josh Harnett cumplidor y Diane Kruger con poco trabajo.