Escurridizo thriller surcoreano que juega al despiste con el espectador, empezando como una cosa para terminar siendo otra muy distinta. Un joven comienza a tener apariciones en la nueva casa a la que se muda con su familia. Al mismo tiempo, son sus propios familiares los que empiezan a tener comportamientos inquietantes mientras el chico lucha por saber si es algo real o fruto de su imaginación.

Al principios estamos ante una película de suspense de corte clásico, lo cual no es algo necesariamente malo. Pero los que ya llevamos mucho cine a las espaldas no podemos sonreír cuando nos ofrecen un menú que hemos catado tantas veces. Este primer tercio se ve con soltura pero sin intensidad, parece que te están contando la historia de toda la vida de las casas encantadas. Si esta es la tónica, lo que está por llegar no levanta demasiada expectativa, llega uno a pensar.

Pero hete aquí que la cosa pega un giro, y entonces se convierte en lo que viene siendo el cine surcoreano de género: retorcido, oscuro, tortuoso. A partir de su ecuador la historia va cobrando interés, va ganando en vigor y va recordando a obras consideradas icónicas de ese país como "Oldboy" (2003) y "Sympathy for Mr Vengeance" (2002). Ese inicio, medio de película de terror clásica, era un recurso para meternos en otro tipo de trama, más terrenal pero no menos terrorífica, por las implicaciones morales que conlleva. El tramo final es un golpe en pleno estómago, desesperanzado y truculento. Algunos efectismos y escenas algo tontorronas le restan puntos, pero como thriller típicamente surcoreano da la talla. Los que conozcan como se las gastan allí con el cine de suspense sabrán apreciar la mención.