Es curioso que una de las escenas recurrentes a lo largo de los últimos treinta años en las películas españolas que tratan sobre la vida cotidiana de las personas es la del protagonista o algún allegado en las oficinas del INEM. En realidad, es la evidencia de que en la España democrática nunca se ha superado el problema del paro, algo tan desesperante como cierto.
Así pasa también en ésta agradable e interesante película del peculiar equipo Albacete-Menkes, donde la protagonista pierde a su pareja y su trabajo al mismo tiempo, y tiene que empezar otra vez desde cero.
A partir de estos acontecimientos va creciendo como persona y se transforma en una superviviente más de esta sociedad agridulce que vamos tallando entre todos en este país de claroscuros.
Aparece también otro tema recurrente de los autores y tambiém muy característico del cine español: la homosexualidad llevada con la naturalidad que siempre y en todo el mundo debería entenderse.
Película costumbrista que se ve con agrado y que quedará como un testimonio más de la España de finales de los noventa, un país duro pero lleno de esperanza y de ganas de vivir. Lástima que en la década pasada dilapidáramos ese sentimiento. Sería bueno para todos que volviera.