Partamos de la base que Pulp Fiction sólo se ha hecho una vez y nunca se hará nada igual.

Pero si, Tarantino lo ha vuelto a hacer. Como ya hizo en Reservoir Dogs, reune a un grupo de personajes, a cual más intrigante y cabrón, en prácticamente una única localización rodeada de kilometros de nieve y ventisca. Los suelta ahí a todos y deja que, entre diálogos maestros made in Quentin, luchen y se maten entre ellos. Aquí, obviamente, la sangre es la protagonista number one. Me encanta. Lo disfruto.

Muchos lo critican por lo que muchos lo amamos y en esta película se la ha vuelto a sacar. Literalmente a través del personaje interpretado a la perfección por S.L. Jackson. La escena es brutal. Si habéis visto la película, sabéis de que hablo. Si no, estáis tardando en ir al cine a verla.

Tarantino vuelvo a ser Tarantino en el montaje, con esos títulos amarillos con fondo rojo. Con esa separación de la película en capítulos. Con esos saltos en el tiempo en mitad de la película. Con sus cigarrillos Red Apple. Con su Tim Roth. Su Bruce Dern. Su Michael Madsen. Su Kurt Russell. Su SL Jackson. Y con, ahora ya, su Channing Tatum.

Mención especial merece (y no lo digo yo, lo dicen los Globos de Oro) el genio Ennio Morricone. Cada vez que compone para Tarantino, hace auténticas obras de arte. Tal vez esta sea una de las películas que menos música tenga, o eso me pareció a mi, pero cada vez que suena algo, es una combinación perfecta entre video y imagen que hacen que se te ericen los pelos. Ese único plano inicial de la cruz rodeado de nieve mientras aparecen los créditos al ritmo de "L'ultima Diligenza di Red Rock" ya me ha puesto una sonrisa en la boca que ha durado las cortísimas tres horas y siete minutos que dura esta cinta.

Sólo me queda pedir, exigir, suplicar que no sólo sean 10 películas de Tarantino, sino 100. o 1000. Según se vea el genio de Knoxville.

Gracias Quentin, contigo disfruto verdaderamente el cine.