Hay que echarle mucha imaginación para elaborar un argumento tan rebuscado con unos personajes tan extraños y peculiares y, sobre todo, hay que tener mucha suerte para que el resultado no sea un auténtico fracaso. ¡Y el film de Paul Weitz en parte lo consigue!

Lejos de lo absurdo que pueda parecer el guión o la trama de una película como ésta, Weitz consigue crear algo nuevo, diferente; una especie de mezcla entre una película de vampiros (por definición sangrienta) y una película de mutantes del estilo de “Xmen”, donde la acción se basa en peleas físicas, no en morder cuellos ajenos ni hacer sangrar al contrario. Es cierto que la película está basada en un libro, según he leído en algunas fuentes, pero aun así no hay que quitarle mérito al hecho de llevar las ideas descabelladas de dicho libro a la gran pantalla, y lo más complicado: conseguir que tengan sentido.

Posiblemente la película no es todo lo entretenida que podría ser; de hecho yo me esperaba más acción, más enfrentamientos o, simplemente, un argumento más movido. Desde el primer minuto, el film roza el surrealismo, pero no sorprende en absoluto, ya que de por sí la producción de Weitz es muy surrealista, quizá demasiado para un público neutral; pero como diría el gran Santiago Segura: “Sabías a lo que venías”.

Reparto y efectos especiales acompañan a la perfección y en ningún momento dejan que desear, de modo que no hay motivo alguno para no considerar este film como una satisfactoria producción fantástica destinada a los amantes del cine fantástico y vampírico (aunque, en este caso, visto desde otra perspectiva, distinta a la que acostumbra).