De Niro y Pacino, dos de los más grandes actores en la historia del cine moderno, se reúnen nuevamente. ¿Para qué? Para traernos este thriller policial rutinario hasta el hartazgo, increíblemente previsible y con un giro de guión tan obvio que se veía venir desde los créditos iniciales de la película.

El anodino Jon Avent, quién ya dirigiera a Pacino en la olvidable 88 Minutos (y al infame Richard Gere en la también olvidable Justicia Roja), redobla la apuesta dirigiendo sin gracia ni talento no sólo a Pacino, sino también y nada menos que a Robert De Niro, un actor que desde que protagonizara Meet de Parents (y sus nefastas secuelas) hace unos diez años, viene cayendo en picada veloz. Querido Robert, con esta creo que por fin has tocado fondo.

Por su parte, Russell Gewirtz, que supo escribir un muy buen guión para la película de Spike Lee, Inside Man, aquí parece haber perdido todo su talento y se limita a cortar y pegar un montón de ideas de miles de películas policiacas de asesinos en serie, desde las más respetables, (como Seven de David Fincher) hasta las más cutres de Charles Bronson o Steven Seagal. Lamentablemente, estas últimas parecen ganar en cantidad. Como mencioné antes, tal vez lo peor sea ese "giro de guión" del final, que supuestamente debía sorprendernos y dejarnos boquiabiertos, pero que se antoja insultantemente obvio. Y luego, todo concluye de la manera más burda y simplona que se pueda imaginar.

Si esta película se hubiese hecho hace veinte años, tal vez tuviera el derecho de ganarse cierto mérito. Pero hecha ahora, después de la interminable lista de films similares que se han hecho a lo largo de los años... no pasa de ser una más del montón. Eso sí, protagonizada por dos actores muy talentosos en el ocaso de su carrera. Una lástima.