Intensa, sobria y cargada de realismo, esta narración impecable se convierte, de la mano de un sobresaliente John Ford, en un poderoso ejercicio cinematográfico. Estrenada en un muy lejano 1959, su calidad augura que permanecerá en la memoria de los cinéfilos durante muchos años más.

El episodio bélico de la Guerra de Secesión que se recoge en la película, resulta interesante, original y dotado de gran verismo. Y mención especialísima merece la interpretación tanto de los actores principales como de los secundarios.
La fotografía, sin ambages, es soberbia y la ambientación musical alcanza también cotas muy destacadas.

Se trata de uno de esos largometrajes en los que el espectador se siente muy a gusto en la butaca.