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Voto de Revista Contraste:
6
Acción. Thriller. Comedia Cinco asesinos a sueldo se encuentran a bordo de un tren bala que viaja de Tokio a Morioka con unas pocas paradas intermedias. Descubren que sus misiones no son ajenas entre sí. La pregunta es quién saldrá vivo del tren y qué les espera en la estación final. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2022
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Leitch es un actor, productor y director de cine con suficiente experiencia en el cine de acción como para confeccionar un film donde el descanso es imposible, las balas y los puñales vuelan como rayos y la sangre brota con la intensidad adecuada para colmar las expectativas del público aficionado al género.

En Bullet train adapta a la pantalla, de la mano del experimentado guionista Zak Olkewicz, la novela homónima de Kotaro Isaka. Este autor japonés de best-sellers está especializado en obras de misterio y acción apenas conocidas en Occidente, pero, gracias al tirón de Brad Pitt, ya está presente en la mayoría de las librerías de nuestro país.

Citaba a Pitt porque, a priori, es la mejor –o única– baza del film, junto con una Sandra Bullock cuya presencia se hace esperar. El papel protagonista que encarna el actor estadounidense, tiene el aliciente de una pericia letal oculta bajo sus problemas psicológicos, sus diálogos inocentemente mordaces y sus continuas referencias a las consultas con su terapeuta. No es nueva ni original esta caracterización del asesino, pero, en el caso que nos ocupa, el rostro y la dicción de Pitt se gana el favor de la audiencia que asiste encantada a sus inevitables ejecuciones.

Para la que suscribe, ahí está el principal problema de Bullet train. Basar el humor y el entretenimiento en una violencia desaforada es un camino ya abierto, y muy bien explotado por Quentin Tarantino, que, sin embargo, debería hacernos pensar acerca de nuestros criterios y valores. Es imposible no disfrutar y reír viendo la brutalidad presente a lo largo de toda la proyección y, aparte de admirar el oficio de los realizadores para conseguirlo, también nos debería alarmar, por decirlo de alguna manera, que participemos sonrientes de semejante festival de muertes.

Es cierto que es una obra de ficción y que, al menos en este caso, todos los implicados son del gremio, es decir, gente que voluntariamente ha decidido vivir de la violencia y, por lo tanto, deberían saber cómo pueden acabar. No obstante, los espectadores, en teoría, tenemos otros criterios y valores de vida.

Reflexiones morales aparte, Bullet train cumple su función y eso, cinematográficamente hablando, la sitúa como un producto válido, que funciona como un reloj y presenta efectos especiales y actuaciones más que correctas e interesantes. Y ya cada uno que decida.

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Revista Contraste
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