Basada en la novela del colombiano Jorge Franco y dirigida por el mexicano
Emilio Maillé, Rosario Tijeras es una atípica expresión de las películas
con mafiosos ligados al narcotráfico. Estamos acostumbrados a los grandes
frescos con gángsters de origen europeo o hollywoodense, y últimamente a
las versiones asiáticas, que nos han familiarizado con términos como
"yakuza"; pero no es habitual encontrar historias de origen latino,
enmarcadas íntegramente en su país de origen y narradas por cineastas
autóctonos.
Sin discutir que Rosario Tijeras se encuadra en la línea de un cine
industrial orientado a un público amplio (es uno de los títulos más vistos
en la historia de Colombia), resulta en varios sentidos una película
atípica y destacable.
El film es ante todo una tragedia
amorosa en torno del personaje que da título a la película, interpretado
por la colombiana Flora Martínez, una joven cuya belleza y sensualidad
esconden una vida torturada y marcada por la violencia de su oficio como
sicaria en el Medellín de finales de los 80.

Concebido en una estructura narrativa de saltos temporales que generan una
yuxtaposición de situaciones separadas por fundidos, estos fragmentos van
encapsulando en el tiempo una vida y una época, que nos llevan a
reconstruir el pasado de Flora, donde desfila una serie de personajes
secundarios con el turbulento entorno social de fondo.
Uno de los puntos más fuertes de la película es el retrato de esa Medellín
marginal, en que se mezclan el folclorismo con las más duras realidades.
La cinta alcanza sus mejores momentos cuando sale a las calles y respira
una realidad marcada por la violencia, la pasión y la paradójica actitud
de los personajes, donde el crimen se vincula con ritos religiosos y la
vida con la muerte.
El logrado envoltorio formal del film está influenciado por múltiples
referencias, ante todo, una estética publicitaria y del cómic (con sus
chicas malas al estilo Sin City), que ya sedujeron a otro latino como
Robert Rodriguez.
Una banda sonora potente y omnipresente refuerza la gran vitalidad de la
película y remarca el derrotero trágico de la actriz, una revelación
surgida de las telenovelas, quien transmite a su personaje la
contradictoria mezcla de fuerza y fragilidad.
Un aceptable melodrama, en síntesis, marcado por el dolor, el amor, el odio, la traición y la redención. Como las grandes historias que siempre dan que hablar, para bien y para mal.