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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Drama Pablo (Alfredo Mayo), un amigo de Julián (López Vázquez), acaba de casarse con Elena (Geraldine Chaplin), una sofisticada extranjera. Julián se obsesiona tanto con ella que empieza a cortejar y a tratar de cambiar el aspecto físico y los hábitos de la enfermera que atiende su consulta, ya que se parece bastante a Elena. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los antecedentes de “Peppermint Frappé” parecen claros. Además de las obvias y explícitas referencias a Buñuel, la película tiene un argumento de deseos y sueños que ya había sido desarrollado en otros films (imposible que no venga a la cabeza “Vértigo”, de Hitchcock). Sin embargo, Carlos Saura da una vuelta de tuerca sobre el tema. El gran mérito de “Peppermint Frappé” es trasladar esa atmósfera enfermiza y agobiante de pasión obsesiva al escenario de pugna entre las dos Españas. Esta película representa de manera abrupta el choque entre el provincianismo pacato de la España rural y la modernidad desinhibida que venía de fuera, y que ya calaba en ambientes urbanos. Aunque todos los actores están bien, destacan José Luis López Vázquez (sobresaliente en su papel de médico anclado en las tradiciones y en un erotismo reprimido e insano) y Geraldine Chaplin (perfecta en su ambivalente interpretación de dos personajes antagónicos). Quizá resulte poco creíble, vista ahora la película, el personaje de la enfermera… De todos modos, creo que es una idea brillante el que la misma actriz encarne a los dos personajes, que aparecen así especialmente conectados por el hilo conductor de la mente trastornada del protagonista.

Carlos Saura utiliza elementos surrealistas y oníricos, pero relata la historia de una manera convencional, con estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace. No obstante, cada objeto, cada personaje, y cada acción, adquieren un significado propio, porque todas las cosas del mundo real tienen un reflejo en el submundo distorsionado de la mente fetichista del protagonista. La manera de rodar se ajusta a ese clima enfermizo y perturbador. Carlos Saura juega con todos los elementos cinematográficos a su alcance (fotografía, color, música, sonido, movimientos de cámara…) para realzar esa sensación de confusión y de confrontación continua. Destaco la escena del ejercicio de remo en el dormitorio del médico, inquietante y angustiosa.

Quizá el desenlace sea lo más flojo del guión, el director da rienda suelta al delirio del protagonista y el estricto thriller psicológico acaba predominando sobre el elemento político y social, que a mi juicio habría podido tener un mayor desarrollo. De todos modos, “Peppermint Frappé” es una obra audaz, arriesgada y comprometida, y que constituye un agudo retrato de una época histórica y artística especialmente peculiar.
rober
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