Más allá de los tópicos de "maestro neoyorquino", "cita anual", etc., etc., comprendo que "Blue Jasmine" haya reconciliado a muchos con Woody Allen. Y vaya por delante que para mí ésta es una de las películas más ligeras que el director ha hecho en los últimos años. Nada de mensajes, ni reflexiones profundas, ni estudios sociológicos sobre el poder, la ambición o el dinero. Tampoco resiste esta película ninguna comparación con "Un tranvía llamado deseo", con cuyo argumento tiene tanto que ver. "Blue Jasmine" es alta comedia en estado puro, una película que conecta con obras anteriores como "Manhattan" (es obvio), pero en donde también se aprecian referencias con el cine clásico de Hawks ("La fiera de mi niña") y La Cava ("Al servicio de las damas"). A muchos les parecerá una barbaridad hacer tales comparaciones, pero para mí es la mejor manera de explicar qué sensaciones me ha provocado esta película y por qué me ha gustado tanto.

Todos los actores están bien, y las subtramas están bien desarrolladas, pero sin duda ésta no es una obra coral. El personaje protagonista lo inunda todo, y por eso buena parte del éxito de este film es la portentosa interpretación de Blanchett. Seguramente, el secreto de "Blue Jasmine" es mostrarnos una personalidad llena de matices, inseguridades y contradicciones, en un tono de comedia absurda y disparatada, y sin embargo conseguir que el público empatice de una forma extraña con el personaje, conmoviéndose y odiándolo dependiendo de las escenas. La idea de relatar la historia con un montaje de tramas en paralelo, combinando pasado y presente, supone a mi entender un recurso muy inteligente y efectivo para provocar este sentimiento de ambivalencia en el espectador. Y todo ello en medio de situaciones rabiosamente divertidas, y con unos diálogos memorables.

Vaya, que me ha gustado mucho.