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España España · Barcelona
Voto de reporter:
8
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia se repite y el ser humano, como ya sabemos, es el único animal que cae dos veces (como mínimo) en la misma piedra. Vale. El cine es, por mucho que ciertos gobiernos quieran convencernos de lo contrario, patrimonio de la humanidad, y en sus momentos álgidos reivindica su sitio -de privilegio- dentro de la Historia, que por supuesto, se repite una y otra vez. Para salir del bucle, nada mejor que un par de señales fílmicas dispuestas de forma cronológicamente dispersa, pero innegablemente conectadas por las evidencias que evidencian, nunca mejor dicho. Por ejemplo, el espectador con un mínimo de memoria sabía perfectamente que si Sean Connery aparecía montado en su imponente corcel (ni que fuera en tercerísimo tercer plano), ése inmediatamente sabía que la película, por muy mala que fuera, se salvaría de la quema. Cuando Bing Russell aparecía en pantalla, sabía perfectamente que alguien (seguramente aquel entrañable actor) iba a morir. Cuando el soldado hablaba de la novia que le esperaba en el hogar, inmediatamente le tachaba de la lista de héroes que volverían a casa.

¿Y Rooney Mara? ¿Su simple ''presencia'' en la ficha artística de una película nos da pistas sobre cómo van a desarrollarse los sucesos? No necesariamente, pero... ¿qué pasa cuando dicha actriz le rompe el corazón a su media naranja? ¿Y cuando se lo rompen a ella? Pongámonos a temblar. Daniel ''Blomkvist'' Craig, por ejemplo, debería estar, ahora mismo, como un flan; de Channing Tatum mejor ni hablar. De Jessie Eisenberg sí, porque aunque todavía no se sabe del todo bien quién rompió con quién, está claro que en esa ruptura encontramos el catalizador de una de las invenciones (cibernéticas y, por qué no, cinematográficas) más sonadas de los últimos tiempos. La magistral 'La red social', de David Fincher, empezaba, recordemos, con Rooney Mara dejando plantando (porque se lo merecía, ojo) al mismísimo Mark Zuckerberg, y claro, éste, que entró en una profunda crisis nerviosa (se entiende), explotó e hizo explotar de paso nuestras relaciones sociales.

'Her', nueva y esperadísima película de Spike Jonze, empieza con otro tortolito destrozado. Rooney Mara lo ha vuelto a hacer; en esta ocasión, la víctima irrecuperable es... Joaquin Phoenix. Por supuesto, los antecedentes no engañan, y los elementos (todos igualmente explosivos) van a disponerse para desembocar en una disolución tan volátilmente inestable (claro) como fascinante. Pongámonos en situación: en un futuro no-demasiado distante, donde la intimidad ha desaparecido y donde los ''contactos'' se confunden con las ''amistades'', un ya-no-tan joven escritor deambula por Los Angeles, ciudad que en ocasiones nos recuerda (y efectivamente) a las grandes urbes chinas. El hombre moderno ha seguido, como apuntaban todos los pronósticos, caminando por la senda de la alienación, y cuando ha querido darse cuenta, se ha visto empequeñecido, como nunca antes, encerrado en su propio mundo: colosal, gélido, anti-empático... pero también precioso.

Ante la abrumadora inmensidad de los kilométricos rascacielos, de los parques estériles y de las avenidas cada vez más congestionadas, al patético individuo (generalicemos y mirémonos al espejo) no le ha quedado otra más allá de recluirse en lo minúsculo; en aquello que fácilmente pueda caber en cualquiera de sus bolsillos y que por lo tanto, parezca estar bajo su control. La misma tecnología que ha acabado por aislarle, se muestra paradójicamente (y qué crueles son las ironías del destino) como el último refugio de humanidad al que poder acudir antes de olvidar, sin vuelta atrás que valga, su propia naturaleza, o si se prefiere, lo que alguna vez llegó a ser. Los smartphones, videoconsolas y otros muchos cacharros nunca antes se habían mostrado tan cálidos. Qué remedio... Es como si, de algún modo, intentaran remplazar aquello que, por definición, debería ser irremplazable.

Pero al parecer, hasta el calor humano puede expresarse en código binario. El punto de partida de 'Her', como sucede en casi todos los otros casos, queda claro en el propio tráiler: la vida del más abatido de los hombres va a dar un vuelco el día en que éste adquiera el sistema operativo más avanzado del mercado, la primera conciencia artificial puesta al alcance del consumidor medio. La -sorprendente- buena sintonía del principio entre máquina y usuario derivará, poco a poco, en la amenaza (es lo que es) del amor. La ciencia-ficción está al principio del camino, pero afortunadamente (y ahí empiezan las auténticas buenas noticias) su omnipresencia es, al igual que sucede con ''Ella'', casi subliminal. Es como si nos diera el primer empujoncito para que empezáramos a caminar por nuestro propio pie, y que una vez efectuados los primeros cuatro (o menos) pasos y nos diéramos la vuelta, ya no estuviera ahí... pero sí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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