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España España · Barcelona
Voto de reporter:
7
Fantástico. Aventuras. Acción Precuela de la trilogía "El Señor de los Anillos", obra de J.R.R. Tolkien. En compañía del mago Gandalf y de trece enanos, el hobbit Bilbo Bolsón emprende un viaje a través del país de los elfos y los bosques de los trolls, desde las mazmorras de los orcos hasta la Montaña Solitaria, donde el dragón Smaug esconde el tesoro de los Enanos. Finalmente, en las profundidades de la Tierra, encuentra el Anillo Único, hipnótico objeto que será ... [+]
11 de diciembre de 2012
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afincados en un pequeño, discreto y afortunadamente desconocido paraíso terrenal, los hobbits viven pacíficamente y muy alegremente, disfrutando, entre fiestas, comilonas varias y algunas pocas horas de trabajo, del día a día. Nadie sabe apreciar mejor que ellos el dulce sabor de la rutina; de la impagable certeza de que el mañana será tan plácido como el ahora. Todas las demás riquezas y placeres del mundo ya pueden quedárselos los elfos, los enanos y los hombres. Peter Jackson, en el sentido artístico, y por mucho que nos pueda engañar su aspecto, no pertenece al último grupo. Por lo menos muestra muchos más atributos asociables a los mencionados seres fantásticos. Su faceta de mediano, irónicamente es la que a priori sobresale más, porque nadie mejor que él parece saber aquello de ''como en casa en ningún sitio''.

Así lo atestigua su currículum, que fue definitivamente detectado -y de qué manera- por los radares cinéfilos de todo el mundo con la trilogía de 'El Señor de los anillos', en lo que sin lugar dudas fue un acto de justicia divina para una de las obras magnas en lo que llevamos de siglo XXI, pero que al mismo tiempo dejó en evidencia el terrible menosprecio al que se había sometido a los primeros trabajos de un cineasta que ya había mostrado muy buenas maneras tanto en la irreverencia del mockumentary y el splatter como en la delicadeza del drama con aires de fantastique. A través de las últimas entradas en la hoja de servicios, puede detectarse a simple vista un evidente, revelador y a la postre comprensible viaje de ida y vuelta por parte del autor. El éxito cosechado en la Tierra Media no se repitió, ni mucho menos, en los posteriores proyectos de Mr. Jackson, evidenciándose así la proporcionalidad directa entre el peso -en sentido literal- de dicho director y el interés que le prestaba el gran público.

Todo parecía dispuesto pues para el glorioso -más bien vitalmente necesario- regreso del director al universo que lo convirtió en astro del séptimo arte. Pero antes: litigios por derechos de autor, manifestaciones con reivindicaciones laborales, incendios y deserciones. Lo que fue un espeluznante cúmulo de maldiciones que confirmaron que Guillermo del Toro se ha abonado a los proyectos efectivamente malditos, también supo mantener la temperatura ideal en la incubadora para que al menos la criatura se las ingeniara para captar la atención del mundillo durante su larguísimo y traumático proceso de gestación. Por si no se había echado suficiente madera, aparecieron los famosos 48 fps, y el fuego ardió con más virulencia.

Sí, nuestro querido hobbit había regresado por fin a la Comarca; a su hábitat natural; allí donde su cuerpo le decía que nunca debería haber dejado atrás. No obstante, la vuelta a casa no estaba siendo como se había planeado en un principio. El dulce hogar estaba patas arriba; irreconocible. Era como si una panda de enanos hambrientos de buena gastronomía y sedientos de sangre de reptil hubiera anidado allí durante la ausencia del propietario... o también era como si alguien hubiera desmontado la choza y hubiese decidido empezar a construirla por el tejado. A todos los pedruscos en el camino enumerados antes cabe añadir el más grande de todos: el gigantesco handicap que supone el ir totalmente en contra de la lógica de J. R. R. Tolkien en lo referente a la construcción de su macro-retablo épico.

Lo que en la literatura empezó como algo muy cercano a un divertimento dirigido a un público infantil / juvenil (AKA 'El hobbit') mutó definitivamente, y casi veinte años después, en el tono más oscuro y sí, adulto de la faraónica trilogía que aseguraría la inmortalidad de su autor (AKA 'El Señor de los anillos'). Dicha evolución, lógica teniendo en cuenta el proceso de maduración del escritor, sumado a un contexto histórico que también puso de su parte, se rompió en la gran pantalla desde el momento en que la industria fílmica decidió apostar -y no sin razón- directamente por el menú más suculento. Por supuesto, nada que reprochar... a no ser que posteriormente se decidiera hincarle el diente al ''segundo plato'' en discordia. Fue entonces cuando los nubarrones más negros volvieron a brotar de las tierras de Mordor... o de Erebor, lo mismo da. Habemus problema... y por mucho que el título del filme indique lo contrario, éste era del todo esperable.

Más aún cuando las lógicas del marketing dictan que las ''segundas partes'' deben venderse con el más-difícil-todavía; con una escalada más típica de un espectáculo circense, y que prometa al espectador llevarlo más allá de la marca registrada por la anterior experiencia. En este sentido, y antes de que empiecen a erigirse estatuas de mármol, es imperativo dejar claro que 'El Hobbit' no ha venido a satisfacer esta necesidad. No puede, ni quiere. Juega en una liga totalmente diferente a la de 'El Señor de los anillos'. Hay quien diría, sin pensárselo dos veces, que lo hace en una categoría inferior, al poder considerarse esta pieza como -y que nadie se ofenda- una ''obra menor'' dentro del entramado que compone el vasto universo ideado por Tolkien. Mejor o peor, lo que es innegable es que ahora estamos ante un producto que originariamente tenía muchas menos pretensiones en comparación con sus archi-famosos hermanos trillizos.

Si algo demostró Peter Jackson antes de atragantarse a base de Oscars fue un conocimiento científico y un enamoramiento empedernido hacia el material de base. Así pues, no cabe preguntarse si es consciente o no del problema con el que tiene que lidiar. Lo es, y es precisamente este nivel de consciencia el que se descubre como la piedra angular para comprender todo lo que implica 'El hobbit: Un viaje inesperado'. En efecto, ha cambiado el título... y también lo ha hecho la estructura. Tiempo para preguntarse: ¿cómo puede ser que salgan tres películas de un tomo más corto que cualquiera de los que componía la trilogía del Anillo Único? ¿Magia? No, alquimia... algo chapucera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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