La historia comienza con un primer plano de Ricardo Darín, al que le van a hacer una radiografía cerebral o un electroencefalograma, lo cual ya augura algo malo. Acto seguido vemos a un individuo huyendo por una selva intuimos que hispanoamericana o centroamericana, este en su huida ve como asesinan a varias personas sin atreverse actuar, si lo estaban buscando a él, si hubiese sido un alma noble hubiese entregado su vida a cambio de las otras víctimas. Acto seguido vemos aparecer a Ricardo Darín internándose en la selva hasta llegar a un hospital de campaña donde se encuentra el anterior individuo. Darín acaba llevándose a su amigo a los extrarradios de Buenos Aires, a una "villa" que es un conjunto de chabolas, donde hay enfrentamientos entre bandas de traficantes de drogas, jóvenes sin esperanza que pasan todo el día tomando la droga y donde nuestros dos protagonistas ejercen su oficio de "buenos curas".
Tanto Darín como su papel me parece que cumplen su función, el otro cura ya me parece algo sospechoso porque por muy comprometido que se nos presente hay algo que no encaja (aceptamos que fume y beba, pero que tenga un affaire con la protagonista no pasa). La realización está conseguida pues Trapero nos consigue meter si no de lleno, casi, en la inmensidad de la villa, en sus calles, en sus chabolas, en sus laboratorios clandestinos, entre su gente, nos da a conocer sus problemas, su conflicto con las altas esferas tanto religiosas como políticas.
Y en eso que el director nos produce un golpe de efecto, nos da unos minutos para reflexionar y se termina la película.