Mindhunter ha optado por sorprender, descolocar al espectador "habitué" de este tipo de género. Criminales, asesinatos, el FBI: parece todo servido en bandeja para regocijarse una vez más con lo mismo. Un policial, una más de detectives, o similar. Los episodios van pasando...

Finalizada la primera temporada y asegurada una segunda, cabe destacar que estos diez episodios funcionan como una vidriera: cuando ves el producto desde afuera pero no te dejan entrar todavía a la tienda. El tratamiento de la serie sirve a modo de prólogo, se levanta el telón y esperamos por los animadores. Algo debe animar la serie de aquí en más. La historia se desarrolla amena, pero dispersa. Hace especial hincapié en los matices y busca evitar subidones de tensión. Si hay problemas entre los personajes se apela al diálogo consensuado; si surge conflicto con los mismos criminales entrevistados el control emocional se vuelve prioridad, haciendo que las situaciones nunca salgan del tono gris. Es un "anti-thriller", por decirlo de alguna manera.

En su afán por focalizar la historia desde la mera relación interpersonal, los diálogos toman relevancia y los sucesos pasan a segundo plano. Y es que pasan muy pocas cosas. Estos manejos mesurados están bien llevados, pero van a tocar techo muy pronto si la historia no se decide a contar algo que la encarrile en alguna dirección.