Si seguimos a Petersen, seguimos su talento para los efectos especiales, su irregular forma de presentar situaciones y, principalmente, su visión bidimensional del hombre/macho cabrío. La tormenta perfecta es una peli discreta que no abochorna, que se sostiene desde su simpleza temática y apenas será recordada al día siguiente de verla.

Un grupo de pescadores debe ir a levantar peces a una zona peligrosa del océano. Esa es la trama. ¿Recuerdan Troya? Allí, por cuestiones aparentemente comerciales, todas las relaciones homoeróticas entre los personajes habían quedado fuera de la versión libre de la Ilíada de Homero. Viendo La tormenta perfecta me entran ciertas dudas al respecto: es cierto que a veces las pautas del mercado buscan censurar ciertas cosas, pero el trato entre los pescadores es muy similar: machos territoriales con fuerte sentido del compañerismo que no dudan en salvar al camarada en situación de peligro, pero...
Parece una nimiedad, pero quizás donde haría falta una respiración boca a boca solo vemos en su lugar una puja en el pecho: ¿decisión arbitraria? Solo el director lo sabe. Eso sin mencionar la tendencia homoerótica aquí ausente sobre las prácticas homoeróticas, muy documentadas por la psicología, del hombre del mar cuando no hay agujeros cerca.
En su lugar tenemos a las mujeres esperando en los muelles el retorno de los pescadores: cual esposa de Odiseo, con bombachas de metal para evitar cualquier tentación pecaminosa.

Lo demás se ajusta a las pelis de aventuras clásicas, algo que cae a la perfección dentro del cine de Petersen, director que mientras más sencilla estructura sus tramas, mejor le salen. En cambio cuando pretende cargar de profundidad e intensidad a sus obras, pues creo que debe dejarle eso a otro tipo de pericias.