El protagonista de la serie lanzó esta frase que da título a la crítica en un momento puntual de la trama. Sin embargo, la idea de encontrar un sentido o dirección más allá del mero juego macabro parece ser la deuda que Alice in Borderland mantiene con el espectador.

Resulta difícil tragar el comienzo de la serie. Luego de un inicio personalísimo sobre la forma de compartir y ver el mundo de tres chavales, ya el guión nos tira de cabeza en un mundo distópico. Así, sin más, todo se da vuelta y las "reglas del juego" cambian. El asunto pasa por el cambio drástico en la realidad que antes percibían y como (¿Cómo? Es una laguna de guión sin resolverse satisfactoriamente) todo esto puede ser posible en cuestión de minutos: la desaparición total de la ciudadanía de Tokio en un parpadeo.

Bueno, vale, esto es ciencia ficción un tanto ligera así que dejémosnos llevar. Los juegos están bien representados. La puesta en escena de cada situación cuenta con recursos de sobra para ser expuesta con eficacia. Algunas situaciones son realmente angustiantes y todo se "quiebra", nuevamente, demasiado rápido (spoiler).

Cual niño en pelotero, la trama va entrando y saliendo de peripecias demasiado contundentes que se resuelven a las patadas. Siempre hay algo nuevo que contar en una temporada de apenas ocho episodios (spoiler). El nudo argumental de Alice in borderland avanza de manera muy rápida y muy torpe. Como si faltara algún freno de mano que permita reorganizar todo lo que allí sucede.

Sobre los tramos finales de la temporada, todo se vuelve en exceso sobre explicativo. El climax es constantemente invadido por flash backs y "razones de ser" que no vienen a cuento. Finalmente, la serie pareciera querer abarcar tres temporadas en una, aglomerando demasiadas tramas en muy poco tiempo.