Weitz tomó una serie de libros y comenzó a esbozar su propuesta. No quería alejarse demasiado de lo que normalmente ofrece este tipo de productos, por lo que armó el dispositivo cinematográfico más convencional para narrar su historia de "vampiros felices de ser vampiros". Sin darse cuenta terminó por retratar un mundo que funciona en varias dimensiones.

Evitando lo vueltero, se va al grano. Ni una naturaleza tenebrosa, ni el karma eterno de buscar la sangre, El circo de los extraños se rie un poco de todo eso y expone una de las verdades más irrefutables del mundo vampírico: ser humano es aburrido, ser vampiro mola. Visión adolescente del asunto, pero expuesta con total sinceridad. La peli funciona a nivel paródico, utiliza tonos irónicos similares a los de "zombieland", aunque en clave más infantil, y alienta constantemente al efectismo palomitero. Pero tratándose de una película Mainstream que busca el entretenimiento, El circo de los extraños funciona en dos niveles...

Porque el circo es, literalmente, un espectáculo de vodevil y la peli está construída de acuerdo a esas leyes: ritmo apresurado, tonos de montaje golpeado, colores parlanchines y mucho movimiento; ¿Quién promueve el show, quién maneja los hilos? Desde luego, no el protagonista, sino ese sujeto gordo de pequeñas gafas rosas que se auto declara "neutral" con respecto a las fuerzas enfrentadas del argumento. A diferencia de cualquier peli palomitera, ésta encuentra su razón de ser más allá de ofrecer cualquier excusa para la diversión, El circo... ES un show ofrecido y ese extraño personaje gordo pareciera representar un alter ego del creador de la historia.

Por otro lado, este es el arranque de una serie de pelis y ciertas cosas exigen afinación y prolijidad. La peli depende del nivel de ocurrencia y de un buen manejo del ritmo, y lo ha logrado no por completo, pero sí en su gran parte.