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Burkina Faso Burkina Faso · Lolailo
Voto de Buscapé:
4
Ciencia ficción. Acción. Thriller El piloto de helicóptero Adam Gibson, después de una jornada aparentemente normal, regresa a casa para estar con su familia, y se encuentra que ha sido suplantado por un clon. Cuando los creadores de su réplica descubren que no ha muerto en un accidente, como habían previsto, intentan darle caza. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el castañazo de “El Fin de los Días”, (1999, Peter Hyams) cayó en las manos del austríaco un guion que, de primeras, pretendía capturar toda la esencia del cine de acción y ciencia ficción que lo auparon al estrellato: un holgado presupuesto, (82 millones de dólares) un reparto de secundarios de lujo, (Robert Duvall, Michael Rooker) y tropecientas escenas rocambolescas donde Arnie puede hacer lo que mejor sabe hacer: repartir hostias a mansalva.

El grave problema es que, lo que en el papel funciona, en el celuloide se vuelve un pastiche intragable por lo rocambolesco de su trama, aquí tomando al espectador directamente por retrasado mental: a saber, Adam Gibson tiene que enfrentarse a una organización dirigida por un maquiavélico yuppie, (Tony Goldwyin, el malo de “Ghost”) para evitar que un clon suplante su vida.

En esencia, “El Sexto Día” es una mezcla de todo lo peor del cine de acción de los 90’s: parece un cruce entre “Time Cop”, (1994, Peter Hyams): de esta toma tanto las localizaciones donde ha sido filmada: Vancouver, como la fotografía. De “Juez Dredd” (1995, Danny Cannon) toma el tema de los clones y casi fusila las escenas del laboratorio, pero lo peor es cuando intenta ser una copia mala de “Desafío Total”. De hecho, parece en todo momento querer ser deudora de la obra maestra de Paul Verhoeven, sin llegar en ningún momento al alcanzar las cotas de diversión, entretenimiento y nivel de la del holandés. A todo ello hay que sumar a un Arnie que está en muy baja forma, (estaba recién operado del corazón) y se le nota hasta en el extraño color de la cara, sobredósis de bilirrubina.

El conjunto no funciona, los 123 minutos se hacen eternos y al final los malos se vuelven odiosos porque son sólo meros arquetipos que espetan líneas de guion sin alma, carecen de carisma y más parece un capítulo del Coyote y el Correcaminos que de una película de acción distópica: los malos, (el coyote) sucumben una y otra vez frente al Correcaminos, (Arnie) que siempre sale airoso de todo intento por capturarle.

La cinta tampoco se corta un pelo en soltar el chascarrillo ultra católico de postín con fundamentalistas intentando repartir el credo en la misa de los domingos. O el ya de por sí caricaturesco y deleznable “American Way of Life”: familia perfecta, mujer florero y casa de ensueño con Arnie intentando salvar a su familia de unos maloso malosos que ni sabemos por qué son malos ni por qué demonios han clonado Arnie y quieren cepillárselo.

La película costó unos, nada desdeñables 82 millones de dólares, y sólo recaudó 92 millones: un rotundo fracaso que precipitó la carrera del austriaco hacia su última bala, (Terminator 3) no sin antes pegarse otro batacazo con “Daño Colateral”, (2002, Andrew Davis)
Buscapé
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