Después de haber digerido Nymphomaniac. Volumen 1 y verter unos cuantos esputos bien merecidos a la discreta elucubración Larsvontraniaca vol. 1, he de reconocer que la obra en su conjunto es un viaje psicotrónico a los más profundo del deseo humano. Ojalá David Cronenberg viera esta película y replantera su "nueva" carrera cinematográfica.

El tema central es el deseo:
¿Y cuál es ese deseo? El ansia... ¿Y de dónde nace el ansia? de la frustración y ¿de dónde deviene esa frustración? De la codicia por poseer todo, auto-afirmación de la identidad a través del placer como único nexo diferenciador. Su sexo es su sexto sentido que nadie más es capaz de comprender.

Es una catarsis psicoanalítica de un ser torturado por su hipersexualidad: una búsqueda constante de la autoafirmación, negar la negación, constreñir una huida auto-destructiva como de la misma forma los sexos se constriñen a si mismos en una apasionada batalla para ver quién reafirma su yo.

Trier ha firmado una segunda parte que bien merece todos los elogios, aun en las exasperantes escenas de sexo explícito, y digo exasperantes porque por muy mucho que la protagonista se folle "mecánicamente" cualquier falo fustigador, las escenas son desagradables y supongo que ello contribuye a describir indirectamente el infierno personal de la protagonista. Pero en absoluto son atemperadas escenas de tórrido sexo light y con clase. Es puro fuego incandescente.

Stellan Skarsgård brilla con luz propia, entregándonos un personaje poétio hasta el final. Con uno de los mejores desenlaces que jamás se podrían haber imaginado. Y un doppelgänger de frenesí segestivo consumido por la boa constrictor que es su partenaire...

La dulcificación de lo agrio, la catarsis ansiada por la víctima de su propio deseo. Porque "la vida no es significado la vida es deseo", es un tour de force donde la conquista es conquistada y la oscuridad resulta en la negrura de una perversión obsesiva y descontrolada que hiere todo aquello que seduce. Pues como ya se intuye en la mirada de Charlotte Gainsbourg, la ira desatada tras esa calma latente, es de una insolencia implacable.

Ya lo dije en en Nymphomaniac Vol. 1, sólo hay algo más peligroso que un coño: la ira de una mujer despechada. Y cuando el despecho se engendra con incontinencia sexual, la pulsión violenta se desata de forma volátil y amarga. Arrasando con todo aquello que se cruza en su camino.

Desenlace abrumador, hiriente y soberbio. Lo demás, una obra maestra del psicoanálisis y un verdadero canto de cisne donde David Cronenberg se debería contemplar antes de destruir su carrera con ejercicios estériles sobre el psicoanálisis y las pulsiones sexuales, ("Un Método Peligroso")

Así que recomiendo como visionado autodestructivo "Inseparables" (David Cronenberg, 1989) es un escalón mayor hacia la locura.