Al igual que los personajes de la película deben ir descifrando los mensajes que van apareciendo en su camino, el director del film nos pone a prueba a los espectadores para que también tratemos de descifrar el mensaje real que nos está lanzando: que la Verdad absoluta no existe y que todos y cada uno de nosotros somos dueños de nuestra propia verdad y no tenemos más que explorar dentro de nuestro interior para poder descubrirla en lugar de tratar de encontrarla siempre fuera de nosotros mismos.

A esa conclusión puede uno llegar después de enlazar las diferentes pistas que nos ofrece durante todo el metraje: la sabiduría en poder rectificar cuando crees que ya lo posees o lo conoces todo (piedra filosofal) y eres capaz de ver que tu "propia piedra filosofal" está en uno mismo, el afán de la protagonista no por encontrar grandiosos tesoros ni fama sino más bien en perseguir infructuosamente la Verdad hasta límites insospechados, o hasta incluso el mimetismo entre Tierra e Infierno que no son más que el mismo lugar pero que está dentro de cada uno de nosotros el que seamos capaces de verlo y de vivirlo día a día como un Paraíso o como un Averno.

El terror aquí manifestado no es más que el disfraz con el cual se nos pretende engañar a los espectadores y con el que se nos disimula el verdadero mensaje existencialista de la cinta en sí. A simple vista podría parecer una película vulgar, pero enlazando, procesando y "rectificando" como nos propone, uno puede llevar a valorarla en mucha mayor medida.

Una película discreta en medios pero con un amplísimo trasfondo.

Una joya sin duda alguna.