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España España · Barcelona
Voto de El Criticón:
5
Ciencia ficción. Aventuras. Acción Una pequeña nave que explora el espacio exterior llega hasta las proximidades de un agujero negro; cuando está a punto de ser absorbida por él, sus tripulantes descubren una gigantesca nave cuyos movimientos les resultan inexplicables.
27 de abril de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El abismo negro” podría haber sido una buena película. Pero no lo es. Lo cual, es una auténtica lástima, porque este intento de Disney de apuntarse a las películas espaciales tenía un planteamiento sorprendentemente adulto. Era diferente. Y lo diferente no tiene porque ser necesariamente bueno, en especial cuando quieres meterlo todo en un mismo cesto para contentar a todos. La historia comienza como “La tempestad” de Shakespeare de la misma manera que lo hacía “Planeta Prohibido” (con la que tiene muchísimas cosas en común) aunque el final redentor aquí se pierde porque en los 70s éramos tan binarios que, en las películas juveniles/infantiles el malo siempre debía tener su merecido.

El primer escollo es que, mientras “Planeta Prohibido” nunca perdía de vista el enfoque adulto, incluso con algo tan infantil como Robby el robot, aquí “El abismo negro” tiene que pagar el necesario peaje a la época con unos robots infantiloides (además de pésimamente diseñados), peleas con pistolas láser y momentos lacrimógenos propios de un culebrón de sábado por la tarde. La película combina efectos visuales de la época con unos escenarios fantásticos e incluso algunos efectos son sorprendentes (como el meteorito entrando en la nave) pero todo sigue oliendo a rancio. Visto desde la óptica actual claro, porque recuerdo haberla visto de pequeño y precisamente lo que no me funcionó en ese momento fue el enfoque adulto, los actores adultos y la gravedad de la historia. Es un mix que nunca acaba de funcionar. Como si a Disney le hubiesen dicho de reescribir “Planeta Prohibido” para un público adulto y a medio rodaje alguien hubiese dicho “¡Eh, esta es una película Dinsey, pongamos robots y rayos láser!”

Otro problema es un miss casting (mala elección del reparto) en toda regla. Mientras el Walter Pidgeon de “Planeta Prohibido” sabía como enfocar su personaje para no convertirlo en un estereotipo, aquí Maximlian Schell está sobreactuado, intentando representar a un loco simplemente abriendo mucho los ojos y girando la cabeza a toda prisa. Lo mismo sucede con el siempre eficaz Anthony Perkins que, además de infrautilizado, tiene un papel irrelevante. A Ernest Borgnine se le adivinan las intenciones desde el minuto uno y Joseph Bottoms es la cuota casi juvenil tan insustancial como un zumo de césped. Solamente Robert Foster y una fantástica Yvette Mimieux consiguen salvar los papeles pero sus momentos románticos o de pareja “Star Wars” apenas funcionan.
El casting un error y el enfoque infantil de la historia, otro error. Aparte de eso, es una película razonablemente entretenida, una rara avis en el Disney de la época y el perfecto ejemplo de “lo que pudo ser pero no es”.

Y es que revisar las mejores películas de tu infancia, en ocasiones, puede romperte agradables recuerdos en mil pedazos.
El Criticón
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