La sensación, tras un primer visionado de “La llegada”, es contradictorio. Por un lado, te das cuenta que estás ante una nueva obra maestra de Denis Villeneuve después de otras tres obras maestras seguidas (“Enemy”, “Prisioneros” y “Sicario”). Villeneuve es, a día de hoy, un autor imparable, tiene estilo (un estilo diferente a cualquier otro), caminando siembre en el alambre por culpa de su estilo de narración lenta, casi minimalista (que no es del gusto del espectador del Siglo XXI). Sus historias son diferentes y tienen una calidad indiscutible. Por otro lado, exceptuando algunos breves momentos, al acabar “La llegada” te das cuenta que has contemplado una de las mejores películas de ciencia-ficción de todos los tiempos (no solo de los últimos tiempos). Y es que el término “ciencia-ficción” debería reformularse atendiendo a la reescritura que ha hecho Villeneuve del género. Algo tan perfecto, tan cuidado, tan meticuloso que, con toda seguridad, la ciencia-ficción sera, a partir de ahora, algo diferente a todo cuanto conocíamos. Tras el primer visionado de “La llegada” uno se da cuenta que lo que ha visto es simplemente magnifico, un espectáculo que va más allá de lo que estamos acostumbrados. Y a pesar de todo eso, me cuesta recomendar “La llegada” a cualquier espectador. ¿Por qué? Porque “La llegada” transcurre en espacios comunes, pero al mismo tiempo totalmente nuevos, tanto en la forma como en el fondo (lo cual resulta desconcertante). Las escenas cuando entran por primera vez en la nave es algo que ya hemos visto antes, pero están tan magníficamente rodados, interpretados, imaginados y musicados que es algo totalmente nuevo. Cualquier escena es algo que ya hemos visto pero es completamente nuevo (y casi hipnótico). Por eso mismo me cuesta recomendarla, porque no todo el mundo está intelectualmente preparado para un cambio de chip, sobre todo cuando requiere de un esfuerzo intelectual por parte del espectador. No digo que sea cine para intelectuales (para nada) sino que requiere de un esfuerzo intelectual y emocional que no todos están dispuestos a hacer (sobre todo cuando estamos en el género de la ciencia ficción).

Cuando la poesía se impone sobre la lógica narrativa, cuando los tiempos se alargan hasta lo imposible distorsionando la historia (especialmente en su tramo final con la rotura total de la narración), cuando lo que nos cuenta discurre hacia un terreno completamente desconocido… es entonces cuando te das cuenta de lo que ha conseguido Villeneuve: algo totalmente nuevo, genuino y casi perfecto.

“La llegada” es un maravilloso viaje hacia lo desconocido, dos horas de pura poesía visual, emoción y una relectura del género. “La llegada” es, simplemente, una de las mejores películas que he visto últimamente.

Y a pesar de eso, sigo sin atréveme a recomendarla abiertamente porque esto no es “Alien”, ni “Independence Day”, ni “Intellestelar”, ni “Ultimatum a la Tierra”… porque, a pesar de coger elementos de todas estas películas, va mucho más allá, combinándolos y reescribiéndolos.

Si queréis arriesgaros, puede que tengáis vuestra recompensa, si queréis ver lo de siempre, entonces arriesgaros a ganar unos buenos bostezos. Simplemente una recomendación: disfrutadla con paciencia y la mente totalmente abierta a una experiencia nueva. Cine en mayúsculas.