En un pequeño y alejado pueblo ubicado en una zona costera donde solo habitan niños con sus madres, vive Nicolas (Max Brebant), uno de estos chicos que un día nadando en el océano observa el cuerpo de unos de sus pares ahogado, a partir de ese momento comienza a cuestionarse la vida en este lugar. Más aún cuando pocos días después se enferma y es recluido en un hospital, recibe una extraña operación que también han recibido el resto de niños en este lugar.

Evolution es una extraña película que fue estrenada casi en conjunto en el Toronto International Film Festival y en el Festival de Cine de San Sebastián del 2015, en este segundo evento fue reconocido con los premios a Mejor fotografía y Premio especial del jurado. Segundo largometraje de la cineasta francesa Lucile Hadzihalilovic, quien como ha sido en la mayoría de sus trabajos previos (contando cortos) narra sus historias desde el punto de vista de algún infante.

Cuenta con guion propio, coescrito junto a Adelante Kavaite y con colaboración de Geoff Cox. Un largometraje que es ejecutado con muchos silencios, donde la mirada y curiosidad del protagonista es el que va develando la trama, con escasos y apenas básicos diálogos que poco o nada aportan al misterio del aura que envuelve la película. Todo dentro de la perspectiva de qué se está observando, quiénes son estas mujeres, qué hacen.

Si algo se debe agradecer de esta propuesta de Evolution, es que la realizadora sigue con su línea de pensamiento desde el inicio hasta el final, a saber, no decide resolver de forma tonta o sencilla su argumento, lo cual hubiera quebrado por completo la línea argumental y la coherencia interna del relato, más allá de esto ofrece un cierre de liberación del protagonista, ante el consentimiento de su madre por dejarlo ir.

Curioso largometraje, como su mismo protagonista, que deja una lectura alrededor de la maternidad, o mejor dicho, la construcción de una sociedad matriarcal completamente, que dentro del elemento fantástico que propone deja algo antinatural, por lo cual una verdadera sociedad es aquella donde la existencia de hombre adultos es lo normal (independientemente, de sí sean pareja o no de las mujeres), esto finalmente es aquella costa iluminada que Nicolas observa a lo lejos desde su barco.