El profesor Abronsius (Jack MacGowran) se dirige junto con su ayudante Alfred (Roman Polanski) a Transilvania en la búsqueda de la verdad sobre el tema del vampirismo, al llegar a una posada encuentran los primeros indicios, a pesar de la negativa de los locales, el interés aumenta, pronto se encontrarán en el castillo del conde von Krolock (Ferdy Mayne), donde sus sospechas quedarán confirmadas.

Luego de afincarse a medidos de los sesenta en el Reino Unido tras salir de su país natal, Roman Polanski fue consolidando una carrera bastante llamativa, en el caso de Dance of the Vampires, conocida posteriormente como The Fearless Vampire Killers or: Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck, el realizador aborda en forma de parodia cómica la temática de los vampiros.

El filme tiene una muy buena ambientación, desde los paisajes nevados hasta propiamente el castillo, además el vestuario, exuberante y suntuoso propio de mediados del siglo XIX. En la película se va mezclando de forma acertada la parte tétrica con la comedia que tiene la obra, desde la primera secuencia se muestra este interés y en general es bien manejado.

Siguiendo esa línea, se puede decir fácilmente que Dance of the Vampires funciona bastante bien como parodia, se burla del mito y acierta en el aspecto visual, con actuaciones correctas y personajes sumamente caricaturizados, entretiene, pero tampoco impresiona en demasía el guion de Polanski y Gérard Brach.