Algo sucede en China donde hay un grupo de realizadores locales que han desarrollado un cine, casi como si fuera un género, con unas particularidades fílmicas y temáticas que no pueden desprenderse o verse de forma aislada. Algunos como Yinan Diao o Jia Zhang Ke lo han consolidado a lo largo de sus carreras, otros como Bi Gan o, el malogrado Hu Bo desde sus incipientes carreras, e incluso, se puede pensar en Zhao Liang desde el documental, por poner algunos ejemplos.

En algunas pocas ocasiones una película puede alcanzar un elevado quiebre emocional en el espectador, pero este grupo, parte de la cinematografía del gigante asiático lo consigue recurrentemente. Son los retratos de una China rural, de secuencias nocturnas, lluvia constante, tonos grisáceos, frente a argumentos desoladores, que dejan poco espacio para la redención, que hablan sobre reencuentros, desamor, posibilidades perdidas y culpa, mucha culpa.

The Wild Goose Lake marca el esperado regreso del director Yinan Diao luego de su exitoso filme Bai ri yan huo (Black Coal, Thin Ice), que había ganado el máximo premio del Festival de Berlín en 2014 y, además, Fan Liao se llevó el premio a Mejor actor, acá el actor está presente en un papel que remite un poco a aquel otro por ser parte de un cuerpo policial, aunque las vicisitudes ocurridas terminan por distintos motivos construyendo papeles diametralmente opuestos.

Zenong Zhou (Ge Hu) es el protagonista de este largometraje, un criminal que recién cumplida su condena se mete en un embrollo donde terminará siendo buscado tanto por una banda rival, como por la policía que monta un operativo gigantesco para capturarlo. Él se encuentra en una estación del tren con una prostituta Aiai Liu (Lun-Mei Kwei), mujer enviada para llevarlo a ver a su esposa Shujun Yang (Regina Wan), que es lo único que realmente anhela.

Es curioso que de hecho la traducción literal del título del filme es Una cita en una estación del ferrocarril en el sur salvaje, y su argumento se desarrolla alrededor de dicha idea inicial, dicha imagen le llegó a la cabeza a Diao y no se la pudo sacar más de la cabeza, construyendo todo el argumento sobre esa base, de ahí que este sea el punto donde inicia el filme, aunque la historia que se desarrolla en la película comienza desde antes.

La película de Diao deslumbra por donde se le vea, primero la agilidad narrativa que él como guionista tiene, sus protagonistas cuentan los motivos por los cuáles están donde están, entendemos por qué Zhou está siendo buscado tanto por la policía como por la banda rival, entendemos gracias a Liu porque su esposa no aparece, vemos el punto de vista de la policía y su arduo trabajo por dar con él.
Diseccionando el filme, no se puede pensar que haya algún giro narrativo deslumbrante, la narración tan comedida del realizador no lo permite, no hace falta un brinco argumental extremo para mantener el interés, hay pactos, traiciones, desencuentros, golpes, una fútil esperanza que se pierde rápidamente, Diao sabe cómo manejar su historia y qué hacer con sus personajes.

Lo segundo es la calidad visual de la película, esmerado trabajo donde evidentemente se debe rescatar la labor de Jingsong Dong como director de fotografía, su acostumbrado compañero en este apartado. La obra hurga por la China rural, presenta algunas largas secuencias con una destreza en el manejo de la cámara sobresaliente, juega con las sombras mientras la cámara pareciera danzar entre personas y edificios, prácticamente todo el filme transcurre de noche y con lluvia, completamente a tono con la melancolía de la trama.

Sobresaliente filme que cae a la perfección en este abrasador cine chino que desnuda por completo la psique humana.