La película se centra en Carlos (Antonio de la Torre) un tipo solitario que ejerce la profesión de sastre y que tiene la curiosa afición de cenar un generoso bistec acompañado de una copa de vino, pero haciendo énfasis en que el trozo de carne es de una persona, más específicamente, alguna joven mujer que él mismo asesine de forma bastante metódica y cuidadosa.

La sobriedad y monotonía de su vida cambia cuando conoce a Nina (Olimpia Melinte), una inmigrante de Rumanía que está en busca de su hermana que ha desaparecido días atrás. Pronto esta relación amistosa servirá como colofón para conocer un poco de la perspectiva de Carlos, de su intimidad, de su pensamiento, eso y algunas conversaciones con su madre.

Los aspectos más llamativos de Caníbal son en su forma, una realización pulcra y muy cuidadosa, un film elegante, gran trabajo de fotografía por parte de Pau Esteve Birba. La actuación del protagonista es enorme, llevando a la pantalla fielmente un asesino en serie con mirada como su accionar, fría y tenue.

Palidece un poco en su contenido, puesto que la historia en sí no es del todo atractiva, se puede decir que no se aprovecha en su totalidad la fuerza del protagonista y toda su psicología interna, además de su entorno familiar por ejemplo, que no se desmenuza totalmente.