Hace un año de la 66ª edición del Festival de cine de San Sebastián, y una de las triunfadoras del palmarés oficial del Zinemaldia fue el cuarto largometraje del cineasta argentino Benjamín Naishtat, al ser premiada por partida triple en los apartados de mejor dirección, actor ( Grandinetti ) y fotografía. La película que no pude ver en ese momento se estrenó en los cines españoles hace un mes, y una vez vista me parece una historia bastante irregular, que tiene un gran inicio con un prólogo muy bien filmado y que plantea una trama y con tensión, pero que posteriormente, y una vez que hay un salto temporal, termina por diluirse ya que, aunque ese asunto interesante está flotando en el ambiente en cada uno de los movimientos en el día a día de Claudio, la historia es tediosa y plana en muchos momentos, y funciona por situaciones aisladas brillantes.

Los aspectos más positivos de la película son la dirección de Naishtat ( lo que ya había demostrado en sus anteriores trabajos, que tienen en la dirección sus aspectos más positivos ), las dos actuaciones masculinas, las de Darío Grandinetti, el protagonista que interpreta a Claudio, y que demuestra su capacidad camaleónica para adaptarse a diferentes géneros estando creíble ( en este año le hemos podido ver en la notable serie "Hierro" de Movistar+ ), y sobre todo las del chileno Alfredo Castro. Este último tiene una participación secundaria en cuanto a tiempo de aparición en pantalla, pero su personaje es el clave en el tercio final, y está excelente en el papel del detective Sinclair. Completa el reparto Andrea Figueiro en el papel de Susana, la mujer del protagonista, y Diego Cremonesi como Dieguito, que están correctos, y sin llegar al nivel de los dos actores citados anteriormente.

Si la parte central es bastante aburrida y con pocos giros, no sucede lo mismo en esa parte final, en donde la película va ganando en intensidad ( son necesidad de aumentar el ritmo ), pero con uno o dos giros interesantes, que hacen que cobre sentido lo anterior, y me además me gusta el desenlace. Pero son excesivas sus casi dos horas de metraje, y se podía haber reducido algo en la parte central.
El otro aspecto destacable es la dirección de fotografía de Pedro Sotero, premiada en San Sebastián, que utiliza muy bien los diferentes colores, con muchos momentos en donde el rojo ( el título de la película ) es el color de las imágenes aportando unos estampas de gran belleza.
En el fondo la película es una crítica a la dictadura argentina de esa época, y a la diferencia de clases, y el poder de gante de clase alta en detrimento de los más pobres.

LO MEJOR: Las actuaciones de Dario Grandinetti y Alfredo Castro.
LO PEOR: Se estanca en la parte central.

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