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Voto de nanci_nanci:
10
1999
David Chase (Creador), Timothy Van Patten ...
8,5
59.173
Serie de TV. Thriller. Drama. Comedia
Serie de TV (1999-2007). 6 temporadas. 86 episodios. Crónica de la vida cotidiana y de las aventuras personales y profesionales de una familia mafiosa que vive en Nueva Jersey. Son gentes sencillas, pero implacables en sus ritos y tradiciones. La trama se basa en las confidencias del "capo" Tony Soprano (James Gandolfini) a su psicoanalista, la doctora Melfi (Lorraine Bracco). (FILMAFFINITY)
15 de julio de 2011
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado detalles como la constitución y gancho de los personajes, y la banda sonora, que tan bien ha acompañado cada sensación de cada capítulo, me voy a centrar en otros elementos.
El código de honor de la cosa nostra y el carácter del mafioso. Si tuviéramos que describir a los mafiosos, creo que sólo la palabra “asesino”, no estaría dentro de su definición. Tienen unos valores, tradición y signos muy férreos, podemos decir que la palabra FAMILIA se escribe con mayúsculas. Familia no sólo entendida por los vínculos sanguíneos sino que ahonda en ese nido dejando claro que su pertenencia implica respeto e, incluso, un código inquebrantable de actuación. La Familia es ampliada a los lazos laborales. Inconscientemente, vamos adentrándonos en una telaraña que representa una cultura propia de una patria. Una patria que no existe en su espacio (de hecho, son descendientes de italianos nacidos en EEUU) pero que gracias al código de la familia, costumbres, tradición transmitida y respeto, se ha mantenido en el tiempo y ha creado lo que podría llamarse un “micromundo italiano” dentro del país que carece de antepasados lejanos (Carmela en el capítulo que viaja a París), y contrapuesto y separado a su vez, del otro “micromundo italiano” que desaprueba esa parte de sus paisanos. De hecho, estos ni parecen hijos de Italia.
Asimismo, ese código, ese honor, del que hablamos es irrompible. No te puedes salir de la jerarquía piramidal que reina, es por ello que entiendo (entre muchísimas comillas) sus actos.
¿Qué ocurre entonces con el carácter del mafioso? ¿A qué le conduce? A través de Tone Soprano, se nos revela una materialización visual de la psicología que va de las entrañas al exterior. El carácter del mafioso se desfoga a través de una violencia irracional. Curiosamente, ese “desahogo” de adrenalina no suple la liberación de sus tormentos. ¿Por qué? Porque es, en cierta forma, falso. “Me encabrono a lo bestia, sin motivo aparente, porque lo que realmente me causa desasosiego, lo escondo. Esa violencia que he mamado, que practico, que entiendo, que comparto y que necesito para vivir con mi gente (mi código de actuación férreo e inflexible) no la expreso ni con palabras, me la como porque acepto las normas sin poder salirme de ellas. Eso sí, cuando pueda ejercer mi poder sobre otro, lo tengo que soltar. ¿Me aliviará? No, pues mi mal no ha salido, sólo se ha alimentado de nuevo”.
Admiro su devoción pero su inflexibilidad y falsa imagen merma al ser humano. No hay posibilidad de mostrarse débil, por ejemplo, ir al psicólogo es un secreto porque por ello se les puede juzgar y apartar del grupo.
Otro tema interesante es el devenir del tiempo. A pesar de la firme tradición, se van viendo cambios según va pasando el tiempo, sin ir más lejos lo que acabo de mencionar del psicólogo. Además de cambios en el tema personal, como esto y por ejemplo, las actitudes de los hijos, es curioso cómo sucede algo parecido en el plano de los negocios...
El código de honor de la cosa nostra y el carácter del mafioso. Si tuviéramos que describir a los mafiosos, creo que sólo la palabra “asesino”, no estaría dentro de su definición. Tienen unos valores, tradición y signos muy férreos, podemos decir que la palabra FAMILIA se escribe con mayúsculas. Familia no sólo entendida por los vínculos sanguíneos sino que ahonda en ese nido dejando claro que su pertenencia implica respeto e, incluso, un código inquebrantable de actuación. La Familia es ampliada a los lazos laborales. Inconscientemente, vamos adentrándonos en una telaraña que representa una cultura propia de una patria. Una patria que no existe en su espacio (de hecho, son descendientes de italianos nacidos en EEUU) pero que gracias al código de la familia, costumbres, tradición transmitida y respeto, se ha mantenido en el tiempo y ha creado lo que podría llamarse un “micromundo italiano” dentro del país que carece de antepasados lejanos (Carmela en el capítulo que viaja a París), y contrapuesto y separado a su vez, del otro “micromundo italiano” que desaprueba esa parte de sus paisanos. De hecho, estos ni parecen hijos de Italia.
Asimismo, ese código, ese honor, del que hablamos es irrompible. No te puedes salir de la jerarquía piramidal que reina, es por ello que entiendo (entre muchísimas comillas) sus actos.
¿Qué ocurre entonces con el carácter del mafioso? ¿A qué le conduce? A través de Tone Soprano, se nos revela una materialización visual de la psicología que va de las entrañas al exterior. El carácter del mafioso se desfoga a través de una violencia irracional. Curiosamente, ese “desahogo” de adrenalina no suple la liberación de sus tormentos. ¿Por qué? Porque es, en cierta forma, falso. “Me encabrono a lo bestia, sin motivo aparente, porque lo que realmente me causa desasosiego, lo escondo. Esa violencia que he mamado, que practico, que entiendo, que comparto y que necesito para vivir con mi gente (mi código de actuación férreo e inflexible) no la expreso ni con palabras, me la como porque acepto las normas sin poder salirme de ellas. Eso sí, cuando pueda ejercer mi poder sobre otro, lo tengo que soltar. ¿Me aliviará? No, pues mi mal no ha salido, sólo se ha alimentado de nuevo”.
Admiro su devoción pero su inflexibilidad y falsa imagen merma al ser humano. No hay posibilidad de mostrarse débil, por ejemplo, ir al psicólogo es un secreto porque por ello se les puede juzgar y apartar del grupo.
Otro tema interesante es el devenir del tiempo. A pesar de la firme tradición, se van viendo cambios según va pasando el tiempo, sin ir más lejos lo que acabo de mencionar del psicólogo. Además de cambios en el tema personal, como esto y por ejemplo, las actitudes de los hijos, es curioso cómo sucede algo parecido en el plano de los negocios...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Hay un capítulo en el que dos de los cobradores van a un nuevo establecimiento a ofrecer sus “servicios”. Sin poder evitarlo, salen sin poder hacer el “trato”. El barrio y sus tiendas tienen un aire italiano, pequeñas y medianas empresas, “la tienda de la esquina de siempre”… pero el negocio al que han entrado pertenece a una franquicia, no hay una cara con la que hablar sino que el encargado de la tienda es la personalización de la propia empresa. Es como cuando llamas a una telefonía móvil para quejarte, puedes chillarle al teleoperador todo lo que quieras pero el responsable directo jamás te escuchará ni te contestará.
Y no dejemos sin su lugar correspondiente sus pequeños detalles: por ejemplo, me encanta el apetito de Tony ¡Da gusto verlo comer! Sería un muy buen acompañante como comensal. Y también es interesante cómo este aspecto se relaciona también, y de forma muy natural, con su lejana Italia.
Otro detalle que me hace gracia a la par que me gusta y lo veo más real: la respiración de Tony, es muy sonora aunque esté calmado. Sí, es una tontuna como una catedral de grande, pero no sé, parece que lo sientes más real.
Y como redoble de tambor, presente de principio a fin, resalto ese humor que parece que no está pero que es infinito, no termina nunca. Hay momentos con Junior irrepetibles (“Siempre pensé que el hermano deficiente del que hablaban eras tú”).
Cosas curiosas: es tremendamente sorprendente que las escenas amorosas de Vito con su amante pueblerino no resulten nada ridículas. Sólo mirarlos físicamente juntos podría dar para reír un buen rato… y, sin embargo, se ven una escenas tiernas y serias.
Cuando Tony salva a su hijo A.J. tras arrepentirse de empezar a suicidarse, viendo esa confianza puesta en el padre (que es un ser fuerte y que te salvará si estás en apuros) cuando un peligro te supera y mezclado con el agua de la piscina no pude evitar recordar… (anécdota personal)… cuando casi muero arrastrada por una corriente en un canal al que me metí por hacer el tonto. Era tan fuerte la velocidad del agua que me tumbó en un pliqui (y no soy pequeña), sólo conseguí alzar una mano a mi padre que tiraba de mí pero que no podía sacarme al igual que yo no podía incorporarme ya que las paredes del canal estaban en diagonal y sólo conseguía desollarme las piernas contra el cemento. Pues así, en esa situación, me dio la risa… a mí padre también y ello hacía que perdiera las fuerzas, como cuando te hacen cosquillas. Yo pensaba que si moría o acababa en no sé, Badajoz, por lo menos iba contenta. También es cierto que en el fondo sabía que como fuera, mi padre tumbado sobre el campo con un brazo tirando de mí, conseguiría sacarme. Esa fortaleza y esa fe del hijo en el padre, la vi en esa escena.
Y con la serie se ríe pero también se llora… aunque sabes que es así, que no hay variación posible del destino.
Un gusto de serie. Ha sido un placer verla.
Ese silencio final… todavía estoy escuchándolo.
Y no dejemos sin su lugar correspondiente sus pequeños detalles: por ejemplo, me encanta el apetito de Tony ¡Da gusto verlo comer! Sería un muy buen acompañante como comensal. Y también es interesante cómo este aspecto se relaciona también, y de forma muy natural, con su lejana Italia.
Otro detalle que me hace gracia a la par que me gusta y lo veo más real: la respiración de Tony, es muy sonora aunque esté calmado. Sí, es una tontuna como una catedral de grande, pero no sé, parece que lo sientes más real.
Y como redoble de tambor, presente de principio a fin, resalto ese humor que parece que no está pero que es infinito, no termina nunca. Hay momentos con Junior irrepetibles (“Siempre pensé que el hermano deficiente del que hablaban eras tú”).
Cosas curiosas: es tremendamente sorprendente que las escenas amorosas de Vito con su amante pueblerino no resulten nada ridículas. Sólo mirarlos físicamente juntos podría dar para reír un buen rato… y, sin embargo, se ven una escenas tiernas y serias.
Cuando Tony salva a su hijo A.J. tras arrepentirse de empezar a suicidarse, viendo esa confianza puesta en el padre (que es un ser fuerte y que te salvará si estás en apuros) cuando un peligro te supera y mezclado con el agua de la piscina no pude evitar recordar… (anécdota personal)… cuando casi muero arrastrada por una corriente en un canal al que me metí por hacer el tonto. Era tan fuerte la velocidad del agua que me tumbó en un pliqui (y no soy pequeña), sólo conseguí alzar una mano a mi padre que tiraba de mí pero que no podía sacarme al igual que yo no podía incorporarme ya que las paredes del canal estaban en diagonal y sólo conseguía desollarme las piernas contra el cemento. Pues así, en esa situación, me dio la risa… a mí padre también y ello hacía que perdiera las fuerzas, como cuando te hacen cosquillas. Yo pensaba que si moría o acababa en no sé, Badajoz, por lo menos iba contenta. También es cierto que en el fondo sabía que como fuera, mi padre tumbado sobre el campo con un brazo tirando de mí, conseguiría sacarme. Esa fortaleza y esa fe del hijo en el padre, la vi en esa escena.
Y con la serie se ríe pero también se llora… aunque sabes que es así, que no hay variación posible del destino.
Un gusto de serie. Ha sido un placer verla.
Ese silencio final… todavía estoy escuchándolo.