Acabo de ver el magnífico documental de Michael Moore. Todo un espectáculo de paradojas, cinismos, y esperpentos. Un país que habla de "libertad", y segmenta continuamente y sin el mayor pudor la libertad individual, básica, necesaria, y universal, como es la de la vida. La fraternidad, la hermandad, la solidaridad, e incluso la compasión, parecen haberse perdido entre tanta riqueza y estupidez colectiva. Son palabras que han perdido su significado, que ya no convencen a esa gente que sólo sabe mirarse el ombligo, y pensar diariamente en el yo, yo, yo. ¿Qué es la vida, si no la vida misma?

Documentales como éstos debieran no sólo visualizarse en ámbitos públicos y educativos, sino, además, tratar de cuestionarse, preguntarse, aclarar, dialogar y comentar. No todo lo tenemos ya sabido, y aunque son cosas que ya conocíamos de oídas, resulta de lo más sorprendente verlo en imágenes, en episodios individuales, con personas singulares, de carne y hueso.

Un documental sobre la humanidad, y la fraternidad, y sobre su falta de ella, en países como EE.UU. Una gran caricia al sentimiento, al corazón, al amor. A querer un mundo mas justo y decente. Un mundo dónde poder vivir.