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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
6
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
2 de agosto de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La industria del cine, precisamente por ser una industria, se ha asentado sobre la consecución de ese bien tan preciado llamado dinero, y como resultado muchas de sus ficciones son espejos deformados de ese deseo social por tener éxito y ascender en la escala del orden: Hollywood no sería lo que es sin esos melodramas clásicos en los que los ricos también lloran, sin sus fábulas de personajes humildes que consiguen empresas descomunales o sin los arrivistas con gracia que conforman el subgénero de robos y atracos.

Por todo ello, una película como El buscavidas, parida en el seno de Hollywood y diseñada a propósito para el lucimiento de sus intérpretes, sorprende al desmarcarse de toda esta tradición de historias que retratan las complejidades del poder desde postulados y posicionamientos amables. El buscavidas es una película cruda que cuenta el ascenso y la caída de su (anti)héroe, todo ello rodado de forma impoluta y con un gran sentido trágico.

Los primeros tres cuartos de hora suceden en una sala de billares y el espectador asiste al paulatino cansancio de sus magullados jugadores, una sesión coronada por los excesos de un personaje 'llamado a perder'. Lo que sigue dista de ser menos halagüeño: las constantes se repiten, el personaje da tumbos, transitamos las mismas salas cargadas de humo y violencia y no hay posibilidad de esperanza, aunque el personaje llegue a base de puñetazos a conseguir el 'carácter' de los mejores jugadores.

El buscavidas es un drama intenso y nada manipulador, Paul Newman traza las líneas maestras de muchos miserables cinematográficos que siguieron tras él y Rossen consigue una obra tan atemporal como didáctica. Lástima que su obsesión por el juego haga que la película no termine de cuajar en otros apartados: funcionan mejor sus escenas largas sobre el tapete que los devaneos amorosos que suceden fuera del tablero. Con todo, una película de mensaje lapidario que sigue muy joven 50 años después de su concepción.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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