En el Barrio Chino de Barcelona no existen esos carasoles de los pueblos donde los viejos tomaban el sol. La estrechez de las calles apenas permite filtrar a ratos unos tibios rayitos que aprovechan los vecinos para salir a la calle.
En el Barrio Chino de Barcelona a la altura de 1948 se lucha con dificultad por la supervivencia. Basilio (Fernández) al frente de su cantina, Manolo (Morán) vendiendo a grito pelado por las calles hojas o jabones de afeitar, Luis (Nieto) y su esposa ciega (Caba) cantando por la voluntad en las aceras ...
Gritos de vendedores y canciones desafinadas, junto a botas de arenques y vasos de vino tinto.
Neorrealismo un tanto sombrío, sin sol. Pero digno, como son los personajes. Hasta Pedro el policía (Romea) rezuma comprensión.
Aquí uno de los grandes aciertos de la cinta: el análisis que Lucia nos hace de sus personalidades, de sus caracteres. Dignos todos en su modestia.
Cine negro, un poco de andar por casa con sus asesinatos y sus sencillas pesquisas detectivescas, persecuciones y apresamientos.
Drama o melodrama formado sobre un desequilibrado triángulo amoroso en torno a la criada de la cantina, Pilar (Rivelles). Por su amor compite un modesto pintor rotulista, José (de Andrés) que odia a los comunistas porque rompen los cristales con sus carteles, y Mauricio (Vilar), un pintor francés que acaba de llegar huido a España.
Un buen guion muy bien desarrollado, con excelente ambientación y fotografía. Hay intriga y emoción, pero también tristeza y lucha por la supervivencia en tiempos difíciles.
Correctas interpretaciones de los protagonistas y magistrales los de reparto.
Una buena película que recomendamos pese a lo dulzón del desenlace. Hubiera quedado mejor algo más agridulce.