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Voto de Lafuente Estefanía:
3
13 de junio de 2023
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Un anciano que camina con lentitud llevando una Biblia en la mano, se para al llegar al "Callejón de la muerte". Estamos en 1931 en Coffeyville (Kansas) y se llama Emmet Dalton (Outzen). Es el único miembro de la banda de los Dalton que alcanzó el siglo XX.
La memoria vuelve 36 años atrás para evocar a Henry Thomas, un viejo marshall de ideas religiosas que persigue con denuedo a los Dalton-Younger que se dedican a robar bancos y trenes.
Dos meses después acaba con Bill Dalton, el "Rey de los forajidos". Es tal su fama que en el tanatorio hay cola para ver el cadáver y fotografiarse con él, previo pago de la correspondiente entrada. Sus "hazañas" se cuentan en novelas gráficas y se cantan en baladas. Alguno empieza a coleccionar sus objetos personales.
Es lo más potable de la cinta. Mostrar en bellas imágenes bien ambientadas y fotografiadas la curiosidad morbosa de aquella sociedad de mirones.
El resto es perfectamente prescindible. Los Dalton parecen una cuadrilla de botarates destalentados, un puñado de jóvenes borrachines incapaces de organizar un atraco en toda regla. Encima el doblaje mete una jerga actualista de lo más ridícula: "¡Guauuuu!", "¡Yuhu, yuhuuuuu!" Gritan mientras parece que se divierten.
Una historia deformada, un guion incomprensible y una realización que amontona secuencias absurdas, sin ritmo ni tensión dramática pese a los numerosos tiroteos. Nulo análisis de los personajes si exceptuamos un poco al marshall.
Película lenta y floja. Comienzo esperanzador que pronto se va a paseo. Un callejón sin salida.
La memoria vuelve 36 años atrás para evocar a Henry Thomas, un viejo marshall de ideas religiosas que persigue con denuedo a los Dalton-Younger que se dedican a robar bancos y trenes.
Dos meses después acaba con Bill Dalton, el "Rey de los forajidos". Es tal su fama que en el tanatorio hay cola para ver el cadáver y fotografiarse con él, previo pago de la correspondiente entrada. Sus "hazañas" se cuentan en novelas gráficas y se cantan en baladas. Alguno empieza a coleccionar sus objetos personales.
Es lo más potable de la cinta. Mostrar en bellas imágenes bien ambientadas y fotografiadas la curiosidad morbosa de aquella sociedad de mirones.
El resto es perfectamente prescindible. Los Dalton parecen una cuadrilla de botarates destalentados, un puñado de jóvenes borrachines incapaces de organizar un atraco en toda regla. Encima el doblaje mete una jerga actualista de lo más ridícula: "¡Guauuuu!", "¡Yuhu, yuhuuuuu!" Gritan mientras parece que se divierten.
Una historia deformada, un guion incomprensible y una realización que amontona secuencias absurdas, sin ritmo ni tensión dramática pese a los numerosos tiroteos. Nulo análisis de los personajes si exceptuamos un poco al marshall.
Película lenta y floja. Comienzo esperanzador que pronto se va a paseo. Un callejón sin salida.